Antídotos contra el poder de las redes sociales
La crisis desatada recientemente por las conocidas maniobras de Facebook a una escala con consecuencias casi planetarias, nos tiene que llamar la atención acerca de cómo un arsenal informático, de vasto poder e impacto, pudo llegar al extremo de sustituir y/o influir en las decisiones individuales y encaminarlas hacia las conveniencias y avidez del poder político.
Si llevamos la estrategia empleada por Facebook a sus alcances más profundos, podríamos imaginar millones de mentes cautivas que no lograron pensar ni actuar por sí mismas para decidir el destino político de su propia comunidad. En tal caso, tendríamos que aceptar la nueva versión del esclavo moderno, de un esclavo que, si bien es instruido, termina hipotecando su vida sin advertir los barrotes invisibles de una cárcel mental que le impone limitaciones al pensamiento y condiciona su vida.
Si bien las tecnologías utilizadas brindan volúmenes de información a gran velocidad, es posible que, sin pensamiento crítico, en dicho escenario no hayan tenido cabida la conciencia ni el ejercicio autónomo de las decisiones individuales. Por su parte, esta expansión acelerada de la tecnología informática que se consume en los diferentes ámbitos sociales conlleva fluctuaciones adversas y oportunidades promisorias que, desde el punto de vista educativo y cultural, nos colocan frente a paradojas de difícil resolución.
En medio de esta vorágine alienante, la educación constituye una reserva para albergar el sentido ético de la vida y fortalecer al ser humano para desplegar su vida sin comprometer su privacidad. Para ello, debe enseñar a pensar con rigor y a dignificar a cada individuo a través del ejercicio de su autonomía intelectual.
Lamentablemente, los paradigmas vinculados con la autonomía de pensamiento y el desarrollo humano parecerían haber quedado para muchos en un recóndito romanticismo pedagógico, mientras que para otros la educación quedó reducida a un enunciado inoperante y carente de un valor formativo superior.
Utilizar Facebook y demás redes con autonomía de pensamiento y, al mismo tiempo, no ser absorbidos por ellas, sería un indicador de inteligencia social. La formación de la inteligencia es el recurso insustituible para neutralizar los desvíos de instrumentales sofisticados que, por un uso indebido y ambicioso, conducen de manera solapada a la sumisión mental de personas y grupos.
En consecuencia, la educación del individuo y la formación de su intelecto no deben ser descuidadas ni soslayadas bajo ningún motivo por las políticas educacionales. Ello sería uno de los aportes que permitiría enfrentar con éxito las paradojas de difícil resolución mencionadas.
Una mente lúcida y un pensamiento crítico abren el portal de la autonomía del sujeto y de sus íntimas convicciones. Y, además, el portal de la prosperidad y felicidad social. El ejercicio cotidiano de la reflexión, el desarrollo de la sensibilidad y el fortalecimiento de la voluntad, constituyen el instrumental cognitivo y psicoemocional que pueden resguardar la integridad personal y la convivencia ciudadana como antídotos contra las conocidas manipulaciones de un poder ejercido contra las mentes descuidadas e indefensas.
Doctor en Ciencias de la Educación (UCA), premio Academia Nacional de Educación Web: cognitio.com.ar