Bailar sobre las tragedias
“Voy a terminar el mandato con la tranquilidad de haber dado todo de mí”. (De Alberto Fernández)
Es domingo de Pascua: oscilamos entre probar la rosca casera, saborear lentamente el conejo de chocolate que tanto nos costó pagar, sin llegar a tener taquicardia ni pensar que estamos recién a principios de mes, y recapitular sobre la cantidad de malas noticias que tuvo la semana que dejamos atrás. Lo imagino, querido lector, tratando de mantener la calma porque es una fiesta de guardar, de paz y resurrección, de misericordia y solidaridad. Pero qué difícil se hace mantener la calma en la Argentina, incluso en fechas como esta.
Es una Pascua triste: casi la mitad de los chicos argentinos son pobres. La autopercepción de Sergio Massa va en el carril contrario a la inflación: ya casi nada queda de aquel “superministro”, que decía tener todas las soluciones, y es un “miniministro” en un entrevero de contradicciones discursivas del Frente [peleados] para Todos. Llegamos a este segundo domingo de abril con un nuevo dólar soja que ni Washington (de cabecita chica o de cabecita grande) sabe si esta vez será útil para la economía nacional y popular.
Seguramente hoy habrá una nueva fiesta musical en la residencia de Olivos, por los 40 años de la democracia, que el domingo pasado no se suspendió a pesar de que se recordaba una de las gestas más dolorosas para los argentinos: la Guerra de Malvinas. Muchos jóvenes de mi generación no volvieron de las islas, se truncaron sus sueños, y muchos otros volvieron con traumas que aún hoy padecen, pero Alberto Fernández celebró su cumpleaños al compás de Estelares, imitando a su socia política, Cristina Kirchner cuando para festejar los 30 años de democracia y, en su carácter de presidenta, bailó con Choque Urbano en la Plaza de Mayo, mientras su aliado en Tucumán, el gobernador José Alperovich, reprimía una protesta social que dejó una decena de muertos.
Ni hablar de Axel Kicillof y de Sergio Berni que, como toda respuesta a su ineficiencia de gestión frente a la cósmica inseguridad bonaerense, dedicaron la semana a desvariar declaraciones periodísticas sin siquiera hacer un minuto de silencio por Daniel Barrientos, un colectivero asesinado por tener la épica idea de trabajar en La Matanza.
Si este breve recuento le parece poco esperanzador, entonces frene acá su lectura. No avance. Siga con otro tema, porque si no escuchó esta semana a Alberto Fernández en un programa en YouTube, usted va a sospechar que es mentira que haya dicho muy orondo: “Voy a terminar el mandato con la tranquilidad de haber dado todo de mí”.