Belgrano y la unión nacional
La historia nacional, desde aquel 25 de Mayo de 1810 hasta el momento en que se consolida la organización de la república, nos demuestra lo complejo y dilatado que ha resultado el devenir de los hechos hasta el día en que se sanciona la Constitución Nacional, condición necesaria para el ordenamiento republicano. Con posterioridad se tuvo que transitar por un camino no exento de vicisitudes y conflictos.
Hoy es frecuente observar, en los debates políticos, la utilización de la expresión "unidad nacional" como ejercicio necesario para fomentar el entendimiento entre los argentinos. Al parecer, "unidad" es una suerte de perfeccionamiento resultante de la participación de dos o más instituciones que pretenden arribar a un acuerdo. Sin embargo, las documentaciones, leyes, emblemas y símbolos que legaron nuestros mayores aluden concretamente al término "unión".Esto, que parece una sutileza literaria, de ninguna manera es así.
"Unidad", está referida a una política absolutamente centralizada, donde lo que prevalece es una fuerza convocante, de fuerte liderazgo, que ejerce el poder; y es la que fija las pautas que deben ser acatadas por el resto del sistema. "Unión", en cambio, es cuando en un sistema político, dos o más actores, deciden actuar dentro de un orden en que se prevé el desarrollo de acciones complementarias y en simbiosis. Es una forma de protagonizar nuevas situaciones de características positivas, sin que se pierda la esencia de cada uno de los actores. Además, en ella prevalece una dinámica en que se recrea esta forma de procedimiento para lograr que el crecimiento de los resultados permita ir accediendo a novedosas conclusiones.
Dos siglos de desencuentros y luchas civiles transitan alrededor de dichos conceptos. Los hechos de nuestra historia impusieron el federalismo como forma de organización. Consiguientemente se determinó, por parte de los constitucionalistas y las figuras protagónicas, que la idea rectora apropiada para el crecimiento de la libertad y el bien común de la ciudadanía, es el de la "unión nacional".
Manuel Belgrano, preclara figura de nuestro pasado, tuvo, a pesar de su corta existencia, un sinnúmero de acciones acertadas en proyección a la independencia, además de la inspiración y decisión de la creación de la bandera, con un diseño de colores serenos y amables, como si se buscase presentar un emblema que invite a la concordia y el entendimiento.
Belgrano diseñó la bandera que propicia la unión de los ciudadanos, y que entregó al pueblo de Jujuy después de la batalla de Salta, donde la interpretación de las manos diestras que sostienen la libertad es también una elocuente y fraterna contribución al afianzamiento de acciones con un propósito determinado. Años después, el general José de San Martín es quién ordena la confección de la bandera de los Andes, con características casi similares a la entregada en Jujuy.
El Preámbulo de la Constitución es taxativa en cuanto al llamado a la "unión nacional" como metodología para el armonioso desarrollo de las fuerzas nacionales, que orienten a objetivos de crecimiento. La bandera nacional y el legado de nuestros mayores interpelan, en un fuerte reclamo, para que se ejerciten acciones comprometidas con el progreso de la patria. La conjugación del verbo "unir" es indispensable en la Argentina. Solo un entramado de creativas y razonables formas de concretar "uniones" que se manifiesten en todos los ámbitos y niveles jerárquicos, con el único acatamiento de las leyes, es lo que posibilitará la formación de escenarios virtuosos para el progreso del país.
El nombre de Manuel Belgrano está escrito con estrellas en el cielo patrio. En estas horas de zozobra, debe ser recordado como ejemplo por los argentinos. Más aún en este 2020, en que se conmemoran 250 años del nacimiento y 200 de la muerte del prócer.
Miembro de la comisión directiva del Instituto Belgraniano de Santa Fe