Brutalidad política
El centenario del nacimiento de Nelson Mandela fue la ocasión aprovechada por el expresidente Barack Obama para alertar contra los peligros de un retorno al autoritarismo y la intolerancia. Es una señal de alarma más que oportuna en un panorama mundial dominado por una suerte de brutalidad política en las formas que cuenta con las crecientes simpatías de los electorados. Donald Trump es probablemente el máximo exponente de un ideario que abomina de lo políticamente correcto y que utiliza un lenguaje bronco e incluso soez fácil de entender que, además, apela a los sentimientos primarios frente a la razón.
Trump, Vladimir Putin y Matteo Salvini, entre otros, han establecido un nuevo y agresivo estilo en el que domina la brutalidad.
El juego de gestos y palabras gruesas y desacomplejadas entronca directamente con el populismo y apunta una deriva peligrosa: de la dominación propagandística al totalitarismo hay un camino demasiado corto.