Caras serias en la Corte Suprema
El ajustado triunfo de Carlos Menem en las elecciones causó un profundo impacto en la Corte Suprema de Justicia.
En contraste con los días previos a la primera vuelta, cuando se palpaba entre algunos jueces cierta euforia por un resultado que calculaban más favorable para las apetencias del ex presidente -en los despachos del tribunal dicen que Eduardo Moliné O´Connor era el más confiado-, ahora se ven caras adustas.
Por cierto, una futura derrota de Menem no será indiferente a amplios sectores de la Justicia que se nutrieron de hombres de esa extracción durante muchos años. El defensor general, Miguel Angel Romero, y muchos jueces sirven de ejemplo, aunque pueden asentar su permanencia en que gozan de estabilidad.
Sin embargo, el impacto sobre la Corte puede ser más profundo. Por lo pronto, pocos creen que Julio Nazareno, uno de los jueces más identificados con la era menemista, vaya a permanecer en la presidencia del cuerpo más allá de fin de año. Algunos de sus colegas ya anticipan en voz baja que no lo reelegirán.
Pero éste es un problema menor en comparación con la permanencia misma de los magistrados en sus sitiales. Varios de ellos temen que Néstor Kirchner intente desplazarlos.
Hace dos meses, Kirchner anunció que promovería el enjuiciamiento de algunos jueces, no una remoción masiva como la que intentó, equivocadamente, Eduardo Duhalde el año último.
En los últimos días, sin embargo, Kirchner y quien posiblemente sea su ministro de Justicia, Rafael Bielsa -un jurista agudo que bien podría integrar, él mismo, el máximo tribunal-, suavizaron el lenguaje.
Hablan de respetar la estabilidad del cuerpo, pero no renunciaron expresamente a recurrir a algún juicio político. Desde adentro del cuerpo, Juan Carlos Maqueda, el ex senador que arribó a la Corte en diciembre, también contribuye a serenar los ánimos. Les recordó a varios colegas preocupados el "teorema de Baglini" (en alusión al senador nacional por el radicalismo mendocino), según el cual cuanto más proximidad tiene un político con el poder, más serio es en sus comportamientos.
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Si Kirchner es el próximo presidente, la relación Corte-Poder Ejecutivo puede sufrir algunos cambios:
- El año último, cuando los jueces resolvieron el caso Smith, el primero sobre el corralito, asestaron un duro golpe a Duhalde y mostraron que podían ser independientes. El Presidente, entonces, comprendió que era mejor ceder, y los enjuiciamientos para los magistrados terminaron cerrados. Sin buscarlo, los terminó favoreciendo, porque esos juicios no se pueden reeditar.
- Por su parte, varios integrantes de la Corte evalúan que Kirchner ("si gana", aclaran) será un presidente débil.
- De todas formas, la fuerza del bloque de jueces menemistas, que supo recrearse durante los últimos doce años, está amenazada. Por un lado, hace más de un mes que Guillermo López no concurre a la Corte y firma las sentencias en su casa.
Por el otro, Carlos Fayt, si bien muchas veces votó en oposición al menemismo, en algunos casos críticos supo acompañar a ese bloque. Pero ahora está sometido a un nuevo juicio y acaba de presentar su descargo frente a la Comisión de Juicio Político, que preside Sergio Acevedo, un hombre de Kirchner. Fayt dice que enfrentará el juicio y no cederá su vacante. Pero son varios en la Corte los que creen que Diputados terminará por acusarlo.