Un buen momento para otro tuit
Ahora que Alberto Fernández se bajó, sería lindo que Cristina abra un hilo de Twitter -o grabe un video- para contar por qué lo eligió. Justo a él, que no tenía ganas, que había pedido la embajada en Madrid para no tener que aprender un idioma, hacer gira de asadores, tomarse unos Rioja y que lo inviten un domingo al palco del Bernabeu.
Justo Alberto, que la había acusado de encubrir a los responsables del atentado a la AMIA. Ya veo el revoleo de ojos de compañeras y compañeros, pragmáticas y pragmáticos, que la tienen clara y dicen que en política vale todo.
No decían lo mismo cuando Alberto, “el lobista de las corporaciones”, como lo llamaban entonces, iba a TN día por medio a pegarle a la jefa. Ahí lo más suave que le gritaban era “traidor”. Poco adepta a las internas -pese a haber inventado las PASO- Cristina sorprendió y eligió a Alberto, y los compañeros que se rasgan las vestiduras hablando de democracia no dijeron nada, se tragaron que la sumisión era unidad, como si la democracia interna no fuera parte de la democracia.
“Eligió al peor”, dijo Guillermo Moreno a los tres segundos, pero sospecho que Cristina sabía que, si la cosa salía mal, sus fieles no iban a responsabilizarla, y viendo los carteles que empapelaron la ciudad con la consigna “luche y vuelve”, está claro que algunos piensan que ella no estuvo, que la bloquearon, que no tuvo nada que ver, que lo intentó y no la dejaron.
Leopoldo Moreau, diputado del oficialismo, liberó hace poco a Cristina de toda responsabilidad en estos cuatro años. Dijo que este no es un gobierno K y aseguró que la gente lo sabe. En la misma sintonía, los periodistas afines, desencantados con Alberto, siguen esperando jugadas maestras de la lideresa, y le ruegan que se postule a la presidencia, como si no fuese la vicepresidenta de este gobierno y quien eligió al candidato que, hoy presidente, ellos critican a diario.
Practican un blindaje, de esos que acusan a otros periodistas de hacer con otros dirigentes, y quieren exculparla a ella del desastre que dejan los dos: 50 por ciento de pobreza, más del 100 por ciento de inflación anual, dólar récord, diez tipos de cambio, deuda en pesos y en dólares, y niveles de inseguridad que no pueden confundirse con ninguna sensación.
Qué Cambiemos dejó un desastre no hace falta aclararlo, se hizo evidente con las derrotas de Macri y Vidal, que no lograron ser reelectos. De lo que dejen los próximos hablaremos en 2027. Por ahora, como dicen en las guardias de los hospitales, a esperar lo mejor y prepararse para lo peor.
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