
China y los Juegos Olímpicos
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En la República Popular China (RPC), en el mismo año de las Olimpíadas en Beijing, no sólo se persigue al pueblo del Tibet, sino también a los practicantes de Falun Gong, budistas, cristianos, figures e inclusive agnósticos con un pensamiento libre. Es decir, a todos aquellos que intenten pensar diferente al gobierno del PCC desde que tomó el poder en 1949. El derecho a la vida de todos los ciudadanos chinos no se reconoce como un derecho natural. Es el partido quien lo concede, tanto a los amigos, como a enemigos.
El mundo tiene que saber que en China no hay nada que celebrar. La gran mayoría del pueblo chino sólo siente tristeza y dolor por la opresión de los tibetanos, por el luto irresuelto que produjo los millones de asesinatos durante la Revolución Cultural, hace 40 años; la masacre de Tiananmen en 1989 y ahora mismo, por la sangrienta persecución de los practicantes de Falun Gong, iniciada en 1999. Pienso que ayudaría a los perseguidos que los amantes de la libertad de todo el mundo le hagan saber al partido gobernante en China que participar en las Olimpíadas no significa compartir celebración alguna mientras persistan las graves violaciones contra los DDHH y no se juzgue a los responsables del genocidio que, aún hoy, está sucediendo.






