Ante una oportunidad histórica
En la historia democrática argentina, la coyuntura económica siempre fue determinante a la hora de definir un resultado electoral. Las elecciones primarias no fueron la excepción, y la situación económica del día a día se hizo sentir en las urnas.
La Argentina arrastra desequilibrios económicos que son estructurales e históricos: déficit fiscal y comercial, falta de dólares, inflación sostenida y ciclos pendulares de crecimiento y recesión. Estos desequilibrios se profundizaron con el gobierno anterior, que además dejó una enorme hipoteca social, con más del 30% de la población en la pobreza, 34% de los asalariados en la informalidad y una de cada tres familias sin vivienda digna.
En ese complejo escenario, desde el primer día el Gobierno asumió la responsabilidad de terminar con los déficits históricos y recuperar pilares centrales en lo económico, en lo social y, fundamentalmente, en lo institucional. Y en estos cuatro años, más allá de las enormes dificultades, los avances en este camino son indudables.
En 2015, el Gobierno asumió con un déficit de 8 puntos del PBI, y este año estamos cerca del equilibrio fiscal primario, con inversión social récord. Asumió con una política energética desastrosa, que destruyó la producción y el autoabastecimiento, y en cuatro años volvimos a exportar y estamos en camino de recuperar el equilibrio en la balanza energética. Asumió con un país aislado del mundo, con socios poco recomendables, como Venezuela o Irán, y en estos años abrimos más de 180 mercados y logramos acuerdos como el del Mercosur-Unión Europea, donde está el futuro de las exportaciones y el trabajo argentino.
El Gobierno asumió con un federalismo de ficción, con gobiernos provinciales que no podían pagar salarios, y solo ocho provincias con superávit; en estos años se avanzó con la devolución de recursos, y hoy 20 provincias tienen superávit fiscal.
Asumió con la marca registrada de la mentira, con un país sin estadísticas, donde se llegó a decir que había menos pobres que en Alemania, y se recuperó un Indec serio y confiable. Asumió con una Justicia amedrentada y manipulada, con la muerte de un fiscal que investigaba al poder, y en cuatro años se fortaleció al Poder Judicial designando vacantes por ley y sancionando herramientas como la ley del arrepentido y la extinción de dominio.
El Gobierno asumió con un Estado saqueado por el despilfarro y los sobreprecios, y con licitaciones transparentes se logró un ahorro para el Estado de 35% en el kilómetro de ruta y 53% en el de autopistas. Asumió con el sello de la obscenidad de valijas, bolsos y monasterios, y hoy con esa plata se construyeron centros de primera infancia en distintos lugares del país. Asumió con la política manchada por campañas financiadas por la efedrina, con fronteras que eran un colador, y en estos años se dio una lucha frontal al narcotráfico, recuperamos el control de las fronteras y tenemos récord de incautaciones y detenciones.
Somos conscientes de que Cambiemos no logró resolver la totalidad de las deudas estructurales de nuestro país de acuerdo con las expectativas que nos fijamos. Pero la realidad es que estamos sentando las bases de un Estado serio y transparente, garante de previsibilidad y de institucionalidad. Este 27 de octubre los argentinos tenemos la oportunidad histórica de demostrar que el esfuerzo que hicimos no fue en vano, que no estamos dispuestos a retroceder y que queremos seguir construyendo la Argentina que nos merecemos.
Presidente del interbloque de Cambiemos en el Senado de la Nación
Luis Naidenoff