Cambiemos: tormenta en la tormenta

Cambiemos atraviesa una tormenta en medio de la tormenta. Es una crisis de menor importancia si se la compara con la estanflación, el proceso que dispara los precios y paraliza la economía desde hace once meses. La importancia del conflicto interpartidario está en lo que puede entregar como anticipo del desenlace de los grandes problemas que tiene que resolver Mauricio Macri.

El conflicto en Cambiemos no se explica por sí mismo. Como una muestra en escala reducida, las turbulencias en el interior del oficialismo expresan la fragilidad política con la que la Argentina enfrenta sus cataclismos económicos y sociales.

Una señal más que obvia del agrietamiento es la insinuación del radicalismo sobre la posibilidad de presentar un precandidato presidencial que compita contra Macri en las PASO. Con el operativo reelección en marcha, el planteo de los socios radicales más que una amenaza concreta es una señal de las resistencias que encuentran los remedios que Macri aplica a la situación económica.

Es de manual. En todo sistema presidencialista, las tormentas internas en el oficialismo solo aparecen cuando el contexto general es adverso. Es así como el malestar de los socios minoritarios representa más un síntoma de la recesión y la inflación que una herramienta para encarar el año electoral.

Es la crisis económica y las políticas para sofocarla lo que pone en cuestión la unidad de Cambiemos. Más lejos de las decisiones se sienten, menos obligación de respaldar esas medidas creen tener los socios de la coalición. Es un principio de un tardío sálvese quién pueda y una nueva versión del teorema de Baglini.

Lo que empezó como un clásico tironeo por cargos y candidaturas, escaló hasta ahora a un enfrentamiento que puede terminar con dos listas oficialistas en las primarias de agosto. No es un asunto terminado. El radicalismo corre el riesgo de exhibir más fortalezas que debilidades al mismo tiempo que pone en juego un proyecto de poder del que no podrá desprenderse tan fácilmente sin pagar las consecuencias de haberlo impulsado.

Ahora como socios minoritarios, los radicales hacen su segunda experiencia histórica en 20 años de integrar un gobierno de coalición. El final del gobierno de Fernando de la Rúa diezmó al viejo partido y le produjo fugas considerables de dirigentes y de votantes.

La participación radical en Cambiemos es más la de un socio en el Congreso que un integrante del Gobierno. Es lo que fue acordado y lo que la realidad impuso luego de que resultara abismal la ventaja de Macri sobre sus rivales internos Ernesto Sanz y Elisa Carrió en las PASO de 2015.

Para diferenciarse de sus excorreligionarios, Lilita ya plantó una estoica bandera de apoyo a Macri y canceló por un tiempo sus irrupciones mediáticas para atacar a amigos y funcionarios del Presidente. La interna de Cambiemos seguirá corriendo a la misma velocidad que la economía. Menos crisis, más unidad; más crisis, un divorcio en el camino.