Compañeros de ruta
Están ahí casi desde el principio mismo. Con las primeras semillas, con las primeras aldeas, junto a la larga marcha que significó decirle adiós al nomadismo, fundar otro modo de ser humanos. Solo vemos aquí la mano de un hombre que se apoya –¿acaricia?– a un animal de carga. La foto se tomó en Puerto Príncipe, aunque la escena, con diferentes manos, distintas testuces, sin duda se reproduce, en este mismo instante, en los más disímiles lugares, en todos aquellos donde sigue siendo próximo el diálogo entre tierra, personas, sustento y animales. “Sopa para nuestros días/sueño para la noche/años para mis hijos”: así definía al alimento campesino John Berger en un poema de su libro Puerca tierra. E, inseparables de ese sustento, siempre estuvieron los animales, parte activa del sudor de quien trabaja la tierra, a nuestro servicio y al lado nuestro, callados e imprescindibles.