Condenados a golpear
Quien no se arrepiente de verdad, o no tiene capacidad para hacerlo, está condenado a repetir su error, si se le dan las condiciones, varias veces más.
La socióloga y escritora franco-israelí Eva Illouz dijo en Perfil que nuestro comportamiento social depende mucho de las normas para que las relaciones conflictivas no se desmadren e impere la “ley de la selva”. Illouz afirma que “las normas significan que, incluso si me ofendés, me abstendré de golpearte en la cara”.
Es lo que el sociólogo alemán Norbert Elias catalogó como “proceso de civilización” que, entre otras condiciones, impone como algo natural que las personas se avergüencen cada vez más de su agresividad innata y aprendan a frenarla a tiempo.
No estaría sucediendo con los condenados por el crimen de Fernando Báez Sosa, algunos de ellos a cadena perpetua y otros, a quince años de prisión (aunque la querella acaba de pedir la máxima pena para todos).
Parecen también condenados a repetir lo que los llevó a la cárcel: golpear entre varios a uno. Y no una vez, sino por lo menos dos, al menos eso es lo que trascendió. La víctima, en este caso, paradójicamente es Máximo Thomsen, el rugbier que menos piedad tuvo con Fernando.