Consejo de Scaloni
No hay alegría que dure 15 minutos en el país. Y la culpa la tiene el periodismo. Sí, hagámonos cargo. Tiene tanta razón el presidente Alberto Fernández cuando señala que los medios periodísticos “intoxicaron la cabeza de los argentinos” durante la pandemia. No nos quedemos solo con la frase, el dedo acusador, las palabras que salían a borbotones y parecía que se le iban a atascar en el nudo de la corbata. Y agradezcamos que mientras criticaba al periodismo no lo hacía ejecutando uno de sus temas preferidos, desafinando más que Litto Nebbia.
Esta vez, Alberto Fernández estaba enojado y, lo más destacable, en horario de Presidente. No como al celebrarle el cumpleaños a su “querida Fabiola” en la quinta de Olivos, que estaba en horario de “un hombre común” como todos los otros argentinos que no podían ir a despedirse de sus muertos por la pandemia. Detalles. Hagamos un poco de memoria, porque fue un periodista de larga trayectoria investigando al poder, y muy importante para el kirchnerismo, el que desató el escándalo del vacunatorio vip. ¿Sería el horario de “hombre común” de Horacio Verbitsky cuando contó en una radio que su amigo Ginés González García le había facilitado la vacuna contra el Covid en un salón privado del Ministerio de Salud? Después, el periodismo se vio obligado por Verbitsky a avanzar en más detalles, que terminaron en un escándalo, como que los padres de Carla Vizzotti o la familia de Eduardo Duhalde se habían inoculado antes que cualquier otro padre o madre nacional y popular.
El Presidente debería hacer un mínimo acto de contrición y admitir que su “querida Fabiola” ha contribuido con sus posteos en Instagram a alterar la agenda periodística y enfocarse, por ejemplo, en el viaje en helicóptero del perro Dylan para conocer el mar en Chapadmalal. ¿Habrá visto las redes sociales de aquellos días? En ellas, los comentarios eran más furibundos que cualquier editorial sobre cómo se manejaba el gasto público, la inflación, la pandemia, la inseguridad o la crisis educativa.
En cambio, no se lo veía alterado, ni pensando que el periodismo estaba “intoxicando la cabeza de los argentinos” cuando sonriente y emocionado presentó ante las cámaras, en una de las más exclusivas clínicas del país, a Francisco Fernández Yañez, su hijo recién nacido. Incluso dio consejos de paternidad micrófono en mano y todo fluyó con alegría.
En todo caso, el Presidente debería seguir el consejo que dio Lionel Scaloni al celebrar el triunfo ante Italia en Wembley: “Hay que estar fuertes cuando no se dan las cosas”.