Deserciones en suspenso
Cualquiera hubiera pensado que después de la derrota las deserciones en el kirchnerismo serían imparables. Porque en el PJ se jura lealtad eterna, pero a Perón y Evita; frente al resto se admite una conducta más light . Por eso, si al que manda siempre se promete seguirlo hasta dar la vida por él (o poco menos), también se sabe que, sin mengua de su buen nombre y honor, cualquiera puede abandonarlo cuando se hace evidente que se le ha dado vuelta la taba. En cuyo caso lo aconsejable es buscar un nuevo gallo pigmeo bajo el cual cobijarse, ya sea que sustente el mismo proyecto que el líder precedente o cualquier otro. Pero respetando siempre la memoria de los fundadores, que tan bien han dado de comer a varias generaciones de compañeros.
Si esta vez no ha ocurrido así, ¿a qué se debe? Entre las razones posibles se cuentan estas dos: una, que los K han seguido actuando como si las urnas no hubieran hecho más que respaldarlos, y otra, que aún les queda caja y, por ende, posibilidades de bancarse las lealtades y hasta de llegar a repetir en 2011. Dos buenas razones para frenar un éxodo apresurado, sobre todo cuando aún restan dos largos años de mandato y vaya a saber cuántos cartuchos en la ruidosa escopeta de Néstor.
Pero, además, después de 25 años de democracia y de 17 de gobiernos peronistas, está demostrado que no es bueno tomar medidas apresuradas, que impliquen el riesgo de perder oportunidades, de las que luego haya que lamentarse. Primero, porque aún no está conformada una alternativa partidaria bien firme y, por ende, capaz de absorber y amamantar a quienes hoy están prendidos a una vaca lechera que, hasta ahora, ha tenido un desempeño exuberante. Y, en segundo término, pero unido al anterior, porque la historia reciente pone de manifiesto que no importa lo que se haya hecho ni lo que se haya engordado durante los años de fidelidad a una administración partidaria: la justicia ignorará, perdonará, olvidará los deslices y las debilidades de los leales, sin importar la cuantía del patrimonio adquirido o las sospechas que se tengan de que son producto de la arrebatiña, la cometa o la extorsión. Y hasta es posible que, si lo juntado es generoso, tenga una segunda oportunidad, en el gobierno venidero, de acrecentarlo, si se aviene a compartir su buena suerte.
Marijú Alsogaray podrá negar el acceso a su petit hotel a los que pretenden ponerle bandera de remate, pero no por ello se salvará de una condena que la obliga a pagar el precio de haber colaborado con el menemismo; De la Rúa no podrá eludir a la Justicia, que lo ha señalado como partícipe necesario en el affaire de la Banelco, a pesar de haber publicado un libro en su defensa, tan soporífero como sólo de él podía esperarse. Y está bien: se lo han ganado por contreras. Por eso, los fieles, ¿por qué deben preocuparse? Todavía faltan más de dos años, la leche aún mana abundante y, si hay cambio, en el tranvía que viene siempre habrá lugar para uno más. Siendo de los leales, naturalmente.
Aturdido, atolondrado, sin fuerzas, luego de haber visto 10 partidos de futbol por la TV gratuita durante el fin de semana, el reo de la cortada de San Ignacio ingresó en el Margot, se sentó, pidió un café y sólo entonces, previo maldecir a Lupin, explicó: "¡Se acabó, maestro! ¡Basta de fóbal ! Le juro que a partir de ahora, aunque me cobren lo que sea, sólo voy a ver torneos de yenga y campeonatos de tute cabrero".
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