Divino tesoro
La vejez es una cosa seria. La vejez abuena a las personas; eso: las hace más buenas, más reflexivas, más sabias. Las personas "de edad" escuchan más que lo que hablan, y saben dónde poner sus oídos y su mirada. Es cierto, la vejez también implica un progresivo deterioro físico y mental. Pero aun esta realidad tiene sus matices. Hay personas mayores que se entregan al calendario, y otras que mantienen el espíritu de la juventud que ya hace tiempo perdieron. Dos de los principales intelectuales argentinos superan los 75 años. Santiago Kovadloff (77), ensayista, poeta, músico, tres saberes que no ha abandonado, continúa siendo una referencia obligada si se quiere entender a la Argentina de estos tiempos. Lo mismo Beatriz Sarlo (78): cualquiera que siga su pluma o la vea en televisión admirará la frescura y originalidad (y mordacidad) de su pensamiento. Eduardo Eurnekian (87), uno de los más poderosos empresarios del país, nada una hora y media todas las mañanas, hace gimnasia, es un lector voraz y no ha dejado de supervisar sus negocios ni de estar atento a lo que pasa en el mundo. En la etapa otoñal de la vida se puede alcanzar cierta completitud que no dan ni los 20, ni los 30, ni los 40.
La vejez también es un divino tesoro.