
El auge de la filosofía. Ideas para todos en tiempos de crisis

El furor de la filosofía tiene a la era digital desconcertada. Se sabe que la filosofía invita a perderse, genera angustia y desestabiliza los intentos de formatear el pensamiento. A pesar de eso, recorre las pantallas en la voz de un profesor catalán, se multiplica en talleres para principiantes, copa teatros, programas de cable y de radio, y hasta produce best sellers de divulgación que hablan de ella a partir de cuestiones cotidianas. En suma, se abre paso en formatos populares, entre críticas de reduccionismo, para cuestionar la naturalización de ideas enraizadas en la vida de todos los días. Así, redefine las preguntas ante una realidad que parece tener respuesta para todo.
Incluso ya tiene su ritual: La Noche de la Filosofía, que este año se celebra el sábado próximo y va por su cuarta edición. Siete horas de debates, diálogos y ponencias con filósofos locales y visitas reconocidas, en el CCK. Una ocasión única para conocer los temas que preocupan al pensamiento actual y, de forma colectiva, colaborar con su creación.
La universidad refleja ese entusiasmo: este año, la carrera de Filosofía en la UBA tuvo un 24% de inscriptos más que en 2017. "La carrera viene creciendo de forma sostenida -dice el subsecretario de Extensión Universitaria, Julián Fava, filósofo y profesor-. Además, los cursos de extensión universitaria para el público en general y la diplomatura de pregrado para adultos mayores en Historia de la Filosofía este año fueron un éxito. Recibieron a más de 5000 personas".
Ese interés, como se dijo, excede el ámbito académico. Darío Sztajnszrajber llevó la filosofía a la televisión y después, con sus espectáculos Desencajados y Salir de la Caverna, a un escenario. ¿Quién hubiera imaginado que un filósofo iba a llenar teatros hablando de Nietzsche o Derrida en pleno siglo XXI? Alcanza con escucharlo para comprender su éxito: transmite ideas complejas de manera clara. Logra el mismo efecto en sus libros ¿Para qué sirve la filosofía? y el recién publicado Filosofía en 11 frases, una serie de textos escritos a partir de frases conocidas de grandes filósofos, como "Nadie puede bañarse dos veces en el mismo río" (Heráclito), "Pienso, luego existo" (Descartes) y "Donde hay poder, hay resistencia" (Foucault) . A partir de una situación ficcional y cotidiana, el autor trama una conversación entre tres personas para explorar sentidos actuales alrededor de la frase inicial, en un libro que desde hace unas semanas figura primero en ventas entre los títulos de no ficción.
"En la mayoría de los proyectos en los que estoy noto un fuerte arrastre de un público joven, que conoce el trabajo de filosofía que hacemos a partir de su experiencia en el aula -dice Sztajnszrajber-. El programa Mentira la verdad que hicimos en Canal Encuentro abrió muchísimo. Después aparece la serie española Merlí, que hizo circular el lenguaje filosófico a un público más amplio. Hoy se vive un resurgimiento de la filosofía. Me doy cuenta porque me convocan más allá de los lugares propiamente filosóficos. La filosofía tiene que ofrecer su lenguaje y su cuestionamiento en esferas culturales y sociales como el deporte, la política, la salud. Es impresionante ver la posibilidad de una hibridación, de un encuentro de discursos para pensarse mejor uno a sí mismo".
Punta de un iceberg
Al parecer, ya no hay una voz autorizada que concentre el saber de una época, sino una multiplicidad de pensamientos que replantean las preguntas sobre el presente. Algunos filósofos atraen la atención más que otros, como el pensador surcoreano Byung-Chul Han y su crítica a la sociedad del hiperconsumismo; Judith Butler, con sus aportes al feminismo; o el esloveno Slavoj Zizek y su tesis de que la realidad no puede escindirse de las ficciones ideológicas que la sostienen. Pero ellos son solo la punta de un iceberg que se expande también a través de nuevas lecturas de viejas teorías, que van del nihilismo de Friedrich Nietzsche al posestructuralismo de pensadores que concentran la atención local, como Roland Barthes, Jacques Derrida y Gilles Deleuze.
"Hay hambre de pensar nuestro tiempo. Los temas son muchos: discriminación, seguridad, problemáticas de sexualidad y género, tecnología, deseo, otredad, política, subjetividad, y algo que inquieta de manera especial: la masificación contemporánea que, paradójicamente, crea individuación, soledad, aislamiento en multitud y angustia", señala Esther Díaz , doctora en Filosofía que en sus clases, seminarios y más de treinta publicaciones se vale de elementos cotidianos para pensar la realidad. En su reciente Problemas filosóficos, los boleros o las nuevas tecnologías le permiten desarrollar ideas sobre problemáticas de género o la posverdad.

Hay quienes afirman que este resurgimiento de la filosofía responde a la ausencia de sentido que sobrevuela la era digital. "En momentos de crisis, la filosofía aparece como un lugar de reparo -sostiene Fava-. Un lugar donde se buscan respuestas. Los canales tradicionales de realización de lo colectivo, como la política, están desgastados. Por eso se buscan en la filosofía no solo respuestas que hacen al orden personal, sino también aquellas vinculadas a lo que nos pasa como sociedad".
Sztajnszrajber, en cambio, entiende el presente como un momento de saturación de sentidos. "Lo que se busca hoy en la filosofía es la vocación que tiene por cuestionarlo todo, por salirse del sentido común establecido. Vivimos tiempos de sobreabundancia de sentido. Estamos rodeados de recetas para todo, de manuales de instrucción para la ejecución de cualquier artefacto, incluso del artefacto humano. Frente a esto, la filosofía busca resquebrajar el sentido común, proponiendo lecturas divergentes. Cuando tenés sobreabundancia de sentido, lo que necesitás es aire. Lo veo en mis cursos. Lo que buscan los alumnos es perderse, más que encontrarse".
Nueva generación
Algo del orden existencial se abre camino en una época en apariencia cómoda en las superficies. Un dato sirve como muestra: los seminarios y talleres se multiplican y se llenan de un público no especializado. Entre ellos se destacan, además de los cursos de extensión universitaria de la facultad de Filosofía de la UBA, los seminarios de Leandro Pinkler en el Malba, que proponen un diálogo entre filosofía, esoterismo, psicoanálisis y literatura. También, los talleres de una nueva generación de pensadores que a pesar de rondar los 30 años ya son referentes en el área académica y en redes sociales, como Tamara Tenenbaum y sus cursos de filosofía y ensayo político en Espacio Enjambre, y Lucas Soares, que cruza filosofía y literatura en los cursos que dicta en Eterna Cadencia.
Soares entiende la divulgación como un medio y no un fin en sí mismo. "Hay diferentes formas de 'retorno' a los clásicos . Algunos vuelven sobre ellos en términos enciclopédicos, como si se tratara de una sala de museo en la que no llegan a escucharse las resonancias de su palabra en nuestro presente. Otra forma, que es la que me interesa, es retornar a ellos para ver en qué medida su palabra permite comprender mejor nuestros modos de pensar, de vivir y de actuar. Creo que los clásicos pueden volverse ejemplares, y no tan sólo pensadores para reverenciar e idealizar en términos de autoridad", dice Soares, doctor en Filosofía
Su idea se concreta en la colección que dirige, La Revuelta Filosófica. "El criterio que seguí fue elegir filósofos que construyeron sus esquemas de pensamiento desde una posición más marginal a la forma en que la filosofía se venía practicando en su época. En una palabra, los filósofos 'contreras' de su tiempo, aunque después hayan sido póstumamente canonizados y hoy formen parte de cualquier currícula académica. El primer título de la colección fue Epicuro, un filósofo que sostuvo una concepción ?ampliada' de la filosofía, que buscó sacarla del claustro para hacerla accesible a la mayor cantidad de gente posible", cuenta.
Hoy las pantallas son también escenarios idóneos para poner las miradas filosóficas en el centro de la cotidianidad. Así Merlí, el profesor catalán desfachatado y provocador, habla con sus alumnos como Sócrates lo hacía con sus discípulos y los lleva a reflexionar sobre sí mismos; y la falsa Eleonor toma clases de ética con su amigo académico para salvarse de ser expulsada en la serie The Good Place; en tanto, Zizek toma una bebida cola para poner en jaque las ficciones que sostienen lo real en una serie de documentales en Youtube y una escena de casamiento en una iglesia se vuelve la excusa en Mentira la verdad para hablar de las ideas del amor a partir de El banquete de Platón.
Más allá de que a veces se puede caer en la reducción de un pensamiento complejo a una fórmula básica, estas propuestas pueden funcionar como disparadores en una época de cambio constante como la actual. Tenenbaum, licenciada en filosofía, periodista y poeta, sostiene que el último verdadero auge de la filosofía se dio en la década del 60. Sin embargo reconoce que los nuevos formatos colaboran en la divulgación. "No creo que un producto masivo sea necesariamente reduccionista o superficial. Depende del soporte. No es lo mismo una conferencia o una serie de TV que un libro, y un libro sobre un tema específico no es lo mismo que uno sobre un tema más general. En las disciplinas que más le interesan a la gente fuera de la academia, como la ética, la política y la metafísica, es súper posible, aunque nada fácil, puentear el vocabulario demasiado técnico y ofrecer cosas legibles pero valiosas", dice.
Botella al mar
No todos coinciden. El filósofo Tomás Abraham sostiene que la única manera real de acceder a la filosofía son los libros. Aunque no exclusivamente desde la rigidez de la academia, claro. El autor de Mis héroes. Ensayos de admiración, que ha publicado más de 25 libros, realizó durante 31 años su célebre "Seminario de los jueves", un encuentro que reunía a no especialistas (empleados de comercio, ingenieros, escenógrafos, neurólogos, estudiantes, pilotos de aviación) con la propuesta de estudiar un tema específico. "La filosofía se estudia, y su soporte material son los libros -dice-. Y hoy nadie lee casi nada. Escribir un libro de filosofía es arrojar una botella al mar. Y no hablo de libros escritos en lenguaje técnico. Mi estilo de escritura es el ensayo directo y polémico, y vendo muy poco. Me conocen porque me ?vieron' y no porque me lean. No hay interés por la filosofía. La prueba está en que los estudiantes de filosofía y ciencias sociales no estudian ni leen. Los dejan aprobar. Hablo de un 96%. Hay un 4% que es la excepción".
De cualquier modo, esa disputa entre pensamiento complejo y difusión masiva puede decantar en una transformación social positiva. Díaz explica por qué, y lo hace a través del pensamiento de un clásico: "En filosofía no existen temas banales, pero sí formas banales de tratar algunos temas. Aunque cabe preguntarse, ¿se puede regresar de una banalización reduccionista? Dejémosle un resquicio a la esperanza. Platón especula con la posibilidad de que en una ciudad se les enseñara a interpretar la flauta a todos sus habitantes. ¿Todos se convertirían en flautistas virtuosos? No, solo algunos, pero habría más flautistas que en otra ciudad en la que no se impusiera la enseñanza. Es auspicioso entonces que ahora muchos se interesen por la flauta filosófica, aunque no resulta tan deseable un acercamiento reduccionista a ese instrumento. Si bien surgirán flautistas de esta experiencia, habrá que esperar para saber si son virtuosos".
A medida que se expande, el interés por la filosofía deja a la vista las fisuras del sentido en el mundo contemporáneo. En el fondo, no hace más que renovar las preguntas que, desde siempre, convierten la vida en un ejercicio valiente de interpretación.
- El sábado próximo, en el CCK, más de 50 pensadores argentinos y extranjeros disertarán y dialogarán en un espacio dedicado a la reflexión sobre lo que somos y sobre el mundo que nos rodea. De las 19 a las 2, con entrada gratuita, en las cuarta edición de La Noche de la Filosofía.
- Filósofos. Tomás Abraham abrirá el debate y la discusión; entre los pensadores locales estarán Diana Cohen Agrest, Claudia Hilb, Esteban Ierardo, Alejandro Katz, Darío Sztajnsrajber y Miguel Wiñazki. Entre los invitados, Françoise Gorog, Thierry Grillet, Bruno Patino y François Roux.