El Bicentenario del Perú
Hoy el Perú celebra el Bicentenario de su Independencia. Una fecha sin duda significativa para nosotros, los peruanos, pues constituye el inicio del proceso de construcción de nuestra república sobre los ideales de libertad y justicia. Esta celebración es propicia a su vez para realizar una reflexión sobre lo avanzado y lo pendiente, sobre las luces y sombras que nos dejan estos doscientos años de historia que hoy conmemoramos en medio de esta crisis sanitaria que tanta incertidumbre genera.
El proceso de independencia del Perú se encuentra íntimamente ligado a la Argentina, gracias a la figura del Libertador José de San Martín. Al influjo de los ideales de libertad y justicia desde su propia fundación, sus historias republicanas, al igual que las de las demás naciones latinoamericanas, han sido un constante esfuerzo por concretar dichas aspiraciones.
El Perú inició el largo camino de búsqueda de la libertad y justicia desde el siglo XVIII con la revolución de Túpac Amaru II y los gritos libertarios de importantes precursores peruanos, quienes ofrecieron sus vidas por ese ideal. Este camino prontamente se enlazó con ese otro esfuerzo heroico y descomunal que fue la expedición libertadora de 1820, liderada por el general José de San Martín, que llevó finalmente a la proclamación de la independencia del Perú el 28 de julio de 1821.
Sabemos que la historia no es un proceso lineal y que en su devenir los Estados han estado sujetos a distintos condicionantes tanto internos como externos. En esa línea, hoy, 200 años después, al igual que reconocemos avances importantes en muchos campos y, de manera puntual, progresos en materia de derechos políticos y en la consolidación de la democracia, de otro lado seguimos viendo un camino inconcluso en la construcción de sociedades más justas e igualitarias, lo que debilita precisamente esas democracias. Nuestra región continúa exhibiendo altísimos niveles de pobreza y desigualdad, que se han agravado de manera drástica como resultado de la pandemia,
La desigualdad persistente continúa generando la fractura de nuestras sociedades. La brecha entre ricos y pobres es cada vez más acentuada en nuestra región y es la más alta del mundo. Esta desigualdad al interior de nuestros países es a su vez un reflejo de la desigualdad creciente entre las naciones más ricas y las más pobres del mundo, lo que hace difícil que países como los nuestros puedan enfrentarlas de manera individual. Asociados a la desigualdad, problemas como la discriminación, la inseguridad y la corrupción continúan debilitando nuestros Estados. La construcción de democracias sólidas y sociedades cohesionadas pasa, necesariamente, por asumir y enfrentar estos retos.
Nuestros países, desde su experiencia vital como Estados independientes y que han enfrentado distintas coyunturas a lo largo de su historia, están llamados a capitalizar fortalezas como la solidaridad, resiliencia y laboriosidad, entre otros, para enfrentar los retos pendientes. Últimamente, son esas fortalezas las que darán viabilidad al proyecto permanente que es la patria. Quizá como nunca antes en nuestra historia común es necesario enfrentar juntos la agenda pendiente al interior de nuestros países. Nuestra integración, para ser efectiva y para alcanzar un desarrollo social sostenible y equitativo, deberá construirse sobre realidades tangibles que vayan más allá de indicadores estadísticos, que hagan de la complementariedad, de la maximización de esfuerzos, el signo inequívoco del entendimiento y la cooperación.
Hace 200 años, valores compartidos y una visión clara de nuestro destino común unieron a los pueblos de la región en favor de su libertad. En 1824, en Ayacucho, último bastión en la lucha por la independencia americana, estuvieron presentes y unidos todos los pueblos de la América del Sur. Los objetivos eran libertad e igualdad. Hoy, al igual que antes, esa voluntad general sigue siendo la misma. Y no se podrá alcanzar mientras persistan los niveles de pobreza y desigualdad que caracterizan a la región, y mientras insistamos en resolverlos de manera aislada. El Gabinete Social Perú-Argentina, mecanismo recientemente creado que reúne a los ministros encargados de la temática social de ambos países, constituye un paso importante para iniciar este camino.
Embajador del Perú en la Argentina