
El Cóndor de la guerrilla Años de plomo
Una investigación revela que antes de que las fuerzas armadas del Cono Sur pusieran en práctica el Operativo Cóndor, las guerrillas regionales operaban en forma conjunta
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MONTEVIDEO
Pasaron años, décadas, las heridas no han cerrado del todo, y los hechos ocurridos en esta región de América durante los años sesenta y setenta no han sido contados con la perspectiva que pueden dar el paso del tiempo y todos sus detalles. Muchos protagonistas están vivos y revelan de a poco los tramos de la película que vieron en primera fila.
Mucho se ha escrito sobre los guerrilleros uruguayos: primero lo hicieron los militares; después, los propios guerrilleros, al igual que los primeros influidos por sus afectos: destacaban su "gesta heroica" y hacían hincapié en el sufrimiento de la prisión y la tortura.
Nacido en los años sesenta, el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T) logró fama internacional con sus acciones de guerrilla urbana, que en algunos casos generaron asombro por la creatividad de las operaciones. Pero fracasada su aventura militar, luego de la prisión o el exilio, el MLN-T tuvo que acomodarse a una nueva realidad tras la restauración democrática en 1985. Luego de rechazar por un tiempo la vía electoral, lograron su incorporación formal al Frente Amplio -coalición de izquierda que tiene más del 40 por ciento del electorado nacional- y hoy cuentan con dos senadores en una Cámara alta de 31 bancas. Ambos, José Mujica y Eleuterio Fernández Huidobro, fueron hombres duros de aquella guerrilla.
El periodista uruguayo Alfonso Lessa acaba de publicar una investigación sobre el movimiento tupamaro, que antes de ser libro le permitió obtener una maestría en ciencias políticas. Y rescata testimonios de muchos protagonistas de aquella época, que hasta ahora habían preferido mantener la boca cerrada.
Mientras desde la izquierda se sigue cuestionando el Operativo Cóndor, que coordinó acciones de las fuerzas armadas de la región, el libro revela detalles de la otra coordinación, la de las guerrillas de estos países. A partir del análisis regional, rastrea en las causas del fracaso de los tupamaros. Y eso es lo que le permite dar título a su libro: La revolución imposible (Editorial Fin de Siglo).
El Cóndor al revés
Lessa cuenta que las primeras conexiones se dieron "al comienzo, en los años sesenta, mediante relaciones entre tupamaros del Uruguay con Montoneros y Descamisados". Roberto Perdía -número dos de los montoneros- afirma en el libro que el modelo urbano de los tupamaros influyó mucho a su movimiento y, además, hay documentos que demuestran que los guerrilleros argentinos pidieron asesoramiento a los tupamaros para perfeccionar su "cárcel del pueblo" y otros aspectos como la falsificación de documentos.
Sin embargo, según afirman los propios tupamaros, los guerrilleros uruguayos "no confiaban demasiado en los Montoneros" y veían poco clara su opción respecto de las vías de acceso al poder, sobre todo por el apoyo a la vía electoral de Perón".
En la investigación se comprueba una "segunda etapa de relaciones" entre las guerrillas, que fueron "mucho más profundas con el ERP desde 1972 hasta el golpe de Estado de 1976 en la Argentina". En ese período "hubo secuestros y otras acciones conjuntas del MLN y el ERP en la Argentina", e "incluso los tupamaros tenían a su cargo una fábrica clandestina de subametralladoras" en nuestro país.
Arnold Kremes, más conocido por su nombre de guerra Luis Matini, es el único jefe vivo del ERP y dio su testimonio en la investigación. "Hubo una gran inspiración en el MLN; casi diría que fueron los que más nos inspiraron por el rasgo urbano. (...) Los tupas tenían algunas ideas muy claras, como cuando decían, y con esto se diferenciaban de todos, que una operación militar tiene que explicarse por sí misma, porque si hay que empezar a explicarla, sonaste", comenta Kremes.
Los tupamaros generaron cierta admiración en los argentinos. Roberto Perdía explica los motivos: "Nosotros tuvimos vínculos de tipo espiritual, si se quiere. Por ejemplo, en el origen del movimiento nos impresionó mucho la toma de (la ciudad) Pando (...) nos sirvió de modelo para acciones nuestras. (...) Hubo varias reuniones con algunos de ellos, sobre el tema de organización clandestina urbana, de cómo se hacían determinadas cosas, un tema logístico". Perdía admite que los tupamaros "estaban más próximos al ERP" que a Montoneros.
La junta guerrillera
A mediados de los años setenta se había constituido la Junta de Coordinación Revolucionaria, que integraban el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) de Argentina, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) de Chile y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Bolivia.
Efraín Martínez Platero, uno de los ex guerrilleros que da su testimonio en el libro, fue designado en Buenos Aires "representante internacional" de estas guerrillas ante otras organizaciones y gobiernos y un nexo permanente con La Habana. "El objetivo era poner en práctica la lucha donde fueran más propicias las condiciones para llegar al poder. Si había que luchar en la Argentina, porque estaba más cerca la toma del poder, luchar allí con toda la fuerza", según documentación incluida en el trabajo.
En su fundación, los grupos subversivos de la región señalaron al régimen cubano como "la marcha final de los pueblos latinoamericanos hacia el socialismo, hacia la verdadera independencia nacional, hacia la felicidad colectiva de los pueblos", y en ese marco destacaron que su "enemigo" era el "nacionalismo burgués y una concepción errónea en el campo popular: el reformismo".
"Tomamos la idea del Che (Guevara), de que había que organizar juntas sólo de coordinación", ya que "cada país tenía su independencia" y había "que eliminar la idea de que había una política común para toda América latina", cuenta Kremes.
Aníbal De Lucía, uno de los principales ex dirigentes del MLN-T, dice que fue a todas las reuniones de la junta, tanto en la Argentina y Chile, como en otros países, y que la coordinación "funcionó" bien como fuente de recursos: "Hicimos veinte millones de dólares en secuestros a repartir entre todas las organizaciones". Dijo que esos secuestros se hacían en la Argentina por considerarlo el terreno más fértil para esa práctica, y con participación de los uruguayos.
Carlos Masetti -hijo del guerrillero argentino Carlos Masetti, que operó muy cerca del Che- apunta que la Junta funcionó "al influjo del ERP y su poder económico". Narra que "los tupas" manejaban "una fábrica de subametralladoras, las JCR1, de una tecnología muy elemental", que tenía apoyo financiero del ERP y que el rescate de un secuestro les dejó mucho dinero, lo que compartieron con el MIR chileno y con el MLN uruguayo para su reorganización en Uruguay.
Los Montoneros no participaron de la junta por diferencias ideológicas entre los grupos.
La junta tuvo sus problemas internos, que también se vivían dentro del MLN-T con dos tendencias: los que querían concretar la contraofensiva militar en Uruguay y los que lograron bloquearla porque aseguraban que iba a terminar en una masacre, porque no tenían suficiente gente adentro de Uruguay y porque los militares los tenían controlados.
Efectivamente, Lessa encontró en su investigación documentos que demuestran que los militares uruguayos los seguían tan de cerca que hasta tenían la grabación de la reunión en la que el MLN se fracturó. Eso ocurrió en Buenos Aires, en octubre de 1974, en una casa del ERP y con participación de militantes de este movimiento. De acuerdo con los documentos ahora divulgados, las fuerzas armadas uruguayas tenían las fichas de decenas de guerrilleros que actuaban en la Argentina, sus cargos, alias y organigramas completos de la organización. O sea que así como las guerrillas empezaron a actuar de manera coordinada, la concertación entre las fuerzas de seguridad en el Río de la Plata comenzó bastante antes de que se oficializara el Operativo Cóndor.
En la reunión del 8 de octubre de 1974 participaron doce dirigentes tupamaros y 16 guerrilleros invitados, bajo el compromiso de "absoluto secreto". Pero en el libro se transcriben partes de dos memorandum del Servicio de Información de Defensa (SID) de Uruguay, que daban cuenta en detalle de la reunión y que mencionan una grabación de la misma, que estaba en poder del ejército.
El fracaso
En el libro se cuenta el encuentro que dos dirigente tupamaros mantuvieron en abril de 1974 en la playa de la Agraciada, frente a la Argentina -un lugar histórico porque allí, en 1825, desembarcaron los patriotas que iniciaron una cruzada libertadora contra el imperio de Brasil que dominaba la Provincia Oriental-. El tupamaro que había cruzado en bote desde la Argentina explicaba con entusiasmo los planes para retomar la acción en Uruguay. Pero el que estaba clandestino en ese país le advertía con dolor que todo terminaría en una masacre. Más allá de coletazos para reavivar el movimiento, la suerte estaba echada.
Treinta años después, los tupamaros están cerca ahora de llegar al gobierno de Uruguay como parte del Frente Amplio, que es la fuerza política mayoritaria y con gran chance de ganar las elecciones del próximo año. Aunque la revolución no fue posible, paradójicamente quizás ahora los ex guerrilleros festejen un triunfo electoral, que sería el paso al "reformismo" que tanto repudiaron en aquel tiempo.






