
El corazón de la Camorra
Anclada en el tiempo, de espaldas al progreso, bella y antigua, esta ciudad italiana parece un lugar de ensueño. Pero entre sus callejuelas empinadas, resguardada en un cerrado código de silencio, una de las organizaciones criminales más letales y poderosas de Europa. Por Miguel Mora
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Doce de la mañana. El 19 de septiembre, día de San Gennaro, fiesta mayor en Nápoles. En la catedral, el cardenal arzobispo de la ciudad, Crescenzio Sepe, habla, micrófono en mano, delante del altar. También este año el centro de su homilía es la Camorra. La noche anterior, mientras el Napoli jugaba en el estadio de San Paolo contra el Benfica, en Castel Volturno, a sólo 20 kilómetros de la ciudad, un grupo de sicarios ametralló a seis inmigrantes africanos y a un italiano.
Sepe define a los pistoleros como "serpientes venenosas", y les dice: "Entregad las armas, estas armas con las que hoy matáis. Mañana os matarán a vosotros, a vuestras familias y a vuestros hijos. Esta tierra, esta ciudad, no puede morir y no morirá. Lo repito con fuerza y convicción, porque el pueblo napolitano tiene consigo el coraje de sus raíces y de su identidad". Sólo unas decenas de fieles escuchan al cardenal.
San Gennaro ha hecho el milagro de licuar la sangre de la ampolla un rato antes, a las nueve y media de la mañana, como hace puntualmente tres veces al año, y los napolitanos han dejado la catedral seguros de que nada malo podrá sucederles hasta el siguiente milagro. Al fin y al cabo, San Gennaro es sólo uno más entre los miles de dogmas y contradicciones de esta ciudad en la que conviven la Camorra y la religión, la superstición y el miedo, la desesperanza y la lucha, la miseria y la solidaridad, el fútbol más apasionado de Italia y las mejores cabezas del país.
Fuera de la catedral, en el centro histórico, un hervidero de gente llena las calles, bellísimas y tocadas por un halo de suciedad antigua, por la gracia de las sábanas colgadas, los altares populares a los otros dos grandes santos (Maradona y Totó), el cesto que la mamma lanza al hijo con una cuerda desde la ventana para enviarle la llave, o el tabaco, o el dinero olvidado, y evitar así que el chico tenga que subir a pie otra vez.
Calles y cuestas y callejones parados en el tiempo, 2800 años de historia, con monumentos barrocos de quitar el hipo, callejuelas empinadas del barrio de los Españoles, vecinos que discuten y vocean, coches que circulan por sitios inverosímilmente estrechos, miles de tiendas minúsculas, quioscos de quincallería, perros y gatos, niños jugando, mujeres sensuales, hombres capaces de meter miedo con una mirada. La vida en Nápoles fluye ajena al mundo, como si su alma hubiese renunciado al enloquecido sprint del progreso y el consumo. Apenas hay negocios de marcas globales, y la ciudad vive y regatea mucho más asomada al pasado que al futuro.
"Ves Nápoles y después mueres", según el dicho. Pero demasiadas veces los napolitanos mueren mientras la están viendo. La región encabeza las listas de muertes violentas de Italia, seguramente de Europa. Desde 1979, la Camorra ha firmado 3600 homicidios. Un récord más letal que el que suman, juntos, la Mafia siciliana, ETA y el IRA. Sangre con coca: sumando los datos de las Fiscalías Antimafia calabresa y napolitana, La ?Ndrangheta y la Camorra mueven cerca de 600 toneladas de cocaína cada año.
Atada a sus viejos tópicos y vicios, avergonzada de su propia omertá , familiar y cotilla, furiosa contra el racismo que magnifica siempre sus malas noticias, Nápoles sigue existiendo, tratando de vivir y respirar, de ver alguna luz. Sus habitantes sufren, pero no se callan. Unos culpan al Estado; otros, a la historia. Todos filosofan, opinan, maldicen.
Así y todo, pese a los peros, la ciudad sigue siendo un lugar fascinante, aunque menos moderno que en tiempos de los romanos, cuando era la única gran ciudad europea que contaba con agua potable en las casas. La Nápoles de hoy se conforma, simplemente, con que no haya basura en las calles. Y ahora las calles están por fin (más o menos) limpias otra vez. Toda una novedad, porque la emergencia de la basura dura ya 14 años, lo que permite a un humorista local hacer el chiste fácil: "¿Pero se puede saber dónde diablos estáis tirando la basura?".
"La basura está en los vertederos", responde el escritor y periodista Roberto Saviano. "Berlusconi ha firmado un pacto con las autoridades locales, ha metido el Ejército en los vertederos, ha impedido que los jueces y la población bloqueen las descargas y ha solucionado así el asunto. Pero es una solución frágil, momentánea. Lo importante no es la basura, sino los residuos tóxicos. Campania está envenenada y tiene el índice más alto de cáncer del Mediterráneo: 7000 muertos al año".
Cultura y trabajo
Andrea Aragusa, de 41 años y mirada franca, es el primer guía del viaje que emprendemos. Es productor artístico, organiza festivales y conciertos, y lleva la carrera del saxofonista Enzo Avitabile. Aragusa es un tipo inquieto y está trabajando con el Ministerio de Cultura español, que ha firmado un acuerdo de colaboración con el Ayuntamiento de Nápoles. "Se acabó la monarquía y empezaron los problemas del sur", dice. "De hecho, en el referéndum de la posguerra, el sur votó monarquía. Antes, con la unidad de Italia había nacido el brigantaggio , el bandidaje napolitano. Eran una especie de no alineados de la unidad, vivían en las montañas porque no querían integrarse. Paraban las caravanas y las asaltaban. Ese es el origen de la Camorra. De ahí nace todo".
Aragusa tiene tres hijos y todavía cree en el futuro, pese a que conoce bien la Camorra y los tejemanejes políticos de la ciudad. "Tenemos una música riquísima, un barroco espléndido, los tambores que se tocaban en Pompeya, unos cantos campesinos sin tonalidad, maravillosos, tenemos la canción napolitana, el Oh sole mio y la canción neomelódica que adoran los camorristas. Tenemos de todo, el problema es que no funciona lo ordinario, lo normal, lo básico.
Un drama doble: hay talento, pero no se puede desarrollar. "Nos falta normalidad, tranquilidad, orden público, Estado. Que la niña pueda hacer deporte cerca de casa, que la madre pueda bajar al niño al parque, que el Ayuntamiento recoja la basura, que pongan contenedores. Aquí no se puede vivir".
Antes de solventar todo eso, Nápoles tiene otros planes. La ciudad se prepara ya para albergar el Fórum de Culturas 2013. Será en Bagnoli, una deprimida zona otrora industrial. De manera que Aragusa insiste en pagar la cuenta del restaurante y en que vayamos a ver al concejal de Cultura, Nicola Oddati.
Se ve que Oddati anda ocupado con el Fórum: tarda 50 minutos en recibirnos. Pero vale la pena. Lleva perilla y collar, fuma en pipa, va vestido de negro, tiene 44 años, nació en Salerno, tifa por el Inter, y algunas mujeres le llaman homo eróticus. "Llevamos 15 años invirtiendo en cultura para luchar contra la Camorra y mejorar la imagen de Nápoles", explica. "Hubo una fase de muy buenos resultados, de gran vitalidad cultural, abrimos los dos museos y el teatro Mercadante. Ahora hemos montado el Festival de Teatro Italia. Pero es verdad que la basura ha sido una losa tremenda, enorme?". El Fórum debe ser para la ciudad "la bandera del nuevo renacimiento", afirma. "Berlusconi ha dicho que nos apoyará. Es fundamental revitalizar la ciudad, generar recursos contra el desempleo juvenil, mover esta bellísima ciudad ".
¿Es Nápoles una víctima del racismo del Norte o merece sus estereotipos? "Están las dos cosas, racismo y culpa. Debemos dar una imagen mejor, respetar más las reglas, defender la ciudad, estar más orgullosos de nuestra identidad, dejar nuestra inclinación al disfattismo (deshacer), al nonsipuotismo (no se puede hacer), y dar una imagen de ciudad moderna, organizada. Tenemos autoestima individual, nos falta la colectiva".
Contar la Camorra
La canción que ha ganado el último Festival de Piedigrotta, el evento más napolitano de Nápoles, estaba dedicada a Saviano. "Roberto está escapando / porque la Camorra lo está buscando". Saviano (Nápoles, 1979) es el autor de Gomorra , el impactante reportaje-novela que reveló al mundo la estrafalaria cotidianidad y la terrorífica capacidad de matar, envenenar la tierra, ganar dinero y expandirse globalmente de la Camorra. Tras vender 1,5 millones de copias en Italia, Gomorra fue traducido a 33 idiomas y se despacha en las librerías de 42 países. Como consecuencia, Saviano ha sido amenazado de muerte por los Casalesi, el clan más sanguinario de Italia, y llega a la cita protegido por cinco escoltas armados hasta los dientes.
El escritor, barba rala y ojos tristes, lleva dos teléfonos celulares y va vestido de un oscuro muy discreto. Mientras bebemos un acedrato , rico refresco local, no para de mirar los teléfonos. Aunque no tiene miedo, "sólo tristeza y un poco de inquietud", los efectos de las amenazas se sienten ya en su vida, que ahora es una especie de no vida. "En Nápoles duermo en el cuartel de la policía, en la Piazza della Carità, porque la gente se niega a alquilarme un departamento. No por miedo a la Camorra, sino porque los obligas a tomar partido. Tengo casa en Roma, pero ya no veo a mis amigos, y la relación con mi novia se acabó. Habían dejado de ser lo que eran para ser los amigos y la novia de Saviano. Quizá fue culpa mía, porque no tenía la cabeza para eso. O quizá, inconscientemente, me fui alejando de ellos para evitar que sufrieran represalias".
Las últimas estimaciones señalan que la Camorra factura 17.000 millones de euros anuales en droga, 5800 en negocios públicos y privados, 4700 en extorsión y usura, 1000 en tráfico de armas, 580 en prostitución? En total, cerca de 30.000 millones de euros anuales. Según esos cálculos de las instituciones antimafia, la facturación global de las cuatro grandes bandas italianas (Camorra, Cosa Nostra, Ndrangheta y Sacra Corona Unita) no baja de los 100.000 millones por año.
Con esos datos, ¿se siente Saviano un cadáver ambulante, objeto de una fatwa irremisible? "La Camorra piensa que haciendo esa política de tierra quemada me lo ha quitado todo", dice sonriendo. "Ahora, como dijo Von Clausewitz, sólo tengo el recuerdo. Esto se ha convertido en una cosa personal, he cambiado de frente. Antes fingía que era un sicario de la Camorra, ahora parece que soy policía. Estoy con los esbirros. Y para poder seguir escribiendo recurro al material policial: escuchas, soplones, investigaciones?".
"Me inquieta una cosa", cuenta después. "En mayo mataron a tiros a Domenico Noviello, un empresario que hace nueve años había denunciado la extorsión. Tuvo escolta todo ese tiempo, y cuando se la quitaron, lo asesinaron. Eso quiere decir que los clanes son tardarielli, ma mai scordarielli (tardones, pero nunca olvidadizos)".
El escritor sabe que, de momento, su gran objetivo, acabar con la connivencia de los políticos corruptos con el sistema, no ha dado frutos. Quizá porque, en los últimos años, ambos han cambiado su forma de relacionarse. "Ellos prefieren condicionar a los políticos con su brazo económico, presionando como si fueran la General Motors. Y los políticos se dejan condicionar por la doble moral. Les gusta perseguir a los líderes, a los bosses . Pero si les hablas de que ese hotel o aquel negocio son de la Camorra, entonces te llaman demagogo".
La extranjera que resiste
Nathalie Dolores Heidsieck es francesa, pero sabe de Nápoles y de Italia más que muchos nativos. Hija de una pareja de amigos de William Burroughs y de la generación beat , llegó a la ciudad en 1993, el año en que Berlusconi ganó las elecciones por primera vez. Heidsieck era periodista y vendedora de alfombras persas, y se instaló en un gran departamento situado en el Palazzo Spinelli, en la zona de Spaccanapoli, la calle que parte en dos la ciudad. "Me llamaban la extranjera. No había ninguno más. Era una ciudad blindada, cerrada y pobre. Se parecía a Praga". Hoy se gana la vida como galerista de arte contemporáneo y hotelera. Las dos cosas a la vez, en esta Nápoles sin turistas desde hace un año largo, son una garantía de ruina. Pero Heidsieck resiste, dirige la asociación cultural Locus Solus y está dispuesta a morir aquí. "La amo más que a nadie, y la odio. Esta ciudad es de una belleza que ya no existe".
Su hotel se llama El Purgatorio y es un gran piso de cinco habitaciones escondido en otro palacio del siglo XVI, el Marigliano. En su camiseta puede leerse: "Hábleme suavemente, soy rubia". Rubia, flaquísima y ágil, Heidsieck nos conduce hacia una trattoria cercana y allí nos da su pequeña lección de historia: "América mantuvo a Nápoles blindada y bloqueada durante medio siglo desde el final de la II Guerra Mundial. Llegaron con el apoyo de Lucky Luciano a Sicilia, y desde ahí subieron. El acuerdo fue que se quedaran con el Sur como puerto franco para importar sus bienes: alcohol y tabaco, sobre todo de contrabando".
Cien años antes, la unidad de Italia había entregado el poder al norte del país, y Nápoles, "que había sido la ciudad más importante de Europa hasta 1850, se quedó anclada en el pasado, fuera del circuito de los viajes románticos a Venecia, Florencia y Roma. Entre 1870 y 1945 emigraron millones de personas".
"En 1993, la ciudad era un paraíso de corrupción, burocracia y parálisis", continúa Heidsieck. La ciudad estaba muerta, la Camorra surgió por necesidad. Tras el terremoto de 1980, los americanos se habían ido del centro a Bagnoli. 20.000 soldados dejaron el centro. EE.UU. había financiado universidades, investigación, laboratorios, industrias, pero no el comercio. El comercio era suyo, y las únicas opciones que tenía la gente eran estudiar o gestionar. Lo demás estaba en manos del crimen. La gran burguesía fingía no darse cuenta, porque el sistema movía mucho dinero. Y se creó una bestia monstruosa. Un Estado putrefacto y corrupto, y una Camorra eficaz y que daba de comer. Inseparables".
Cómicos de boda
Vamos al Casertano, la zona de Casal del Príncipe, el feudo de los Casalesi. Sigue siendo el día de San Gennaro y en Lago Patria, a 30 kilómetros de la ciudad, hay una boda camorrista. Allí actúan Cocó, de 55 años, y Albertuccio, de 42. Son humoristas de bodas, bautizos y comuniones, llevan siete años juntos y hacen sceneggiata , la palabra local que designa el talk show o cabaré. Su mundo es el circuito paralelo del espectáculo: fiestas y ceremonias de la Camorra y allegados. Cobran 700 euros por actuación. Como hoy es fiesta, su representante, Salvatore, les arregló cuatro: "Dos bodas, un bautizo y luego una plaza".
El circuito del espectáculo camorrista es una actividad fiscalmente tan oscura como todas las demás. De él comen cientos de actores y cantantes neomelódicos. Todos cobran en negro, por supuesto, así que no hay impuestos que declarar. La jubilación es una preocupación menor en este ambiente, donde no es fácil que la vida se prolongue tanto. "Vamos ahorrando y no pensamos en el futuro. En Nápoles preferimos ser leones un día que ovejas cien días. No tenemos pretensiones, estamos acostumbrados a arreglarnos con poco, y sabemos que la realidad es difícil de cambiar", explica Cocó. La noche anterior, un grupo de sicarios ametralló a los africanos en un pueblo cercano. La policía se apresuró a tranquilizar a todo el mundo diciendo que se trataba de un ajuste de cuentas. En el hotel-restaurante Prince Garden los invitados comen y hablan animadamente, como si nada pasara ni hubiera pasado. Afuera llueve y la sangre de los inmigrantes tiñe todavía el suelo. Adentro es la normalidad, un día de fiesta.
"Somos artistas de calle, de los buenos", cuenta Albertuccio. El Prince tiene amplísimos salones refrigerados y un jardín con palmeras y fuentes desmesuradas. Las Cascadas, el local de al lado, sigue también el estilo Scarface que tanto gusta a la Camorra. El representante cuenta que el negocio es rentable porque muchos napolitanos piden créditos a la Camorra para tirar la casa por la ventana el día de su boda. "La tradición manda que los novios sean generosos. Piden su crédito y luego se vuelven a vivir a casa de los padres porque no les alcanza para alquilar".
Si se le pregunta a Cocó, traje a rayas, reloj espectacular, gafas de diseño, la Camorra no es una cosa excepcional. "Crimen y basura hay en todas partes", explica, "pero sólo se habla de la de Nápoles porque somos la coartada. Del norte y del mundo. Los napolitanos son buena gente. Aquí siempre ha habido problemas, pero la gente no se abate. Somos solidarios, muy sociales".
¿Piensa que puede acabar la Camorra? "Debería cambiar el gobierno. La Camorra existe desde los Borbones. Siempre hubo acuerdos entre los gobiernos y la Camorra. La política es Camorra, y la Camorra es política. El problema es que el napolitano no tiene trabajo. Si lo tuviera, no haría eso. Antes tenía el contrabando, ahora tiene esto.".
Acaba el viaje. Sigue lloviendo sobre el Casertano. La Camorra ha envenenado durante 20 años las aguas subterráneas de esta zona depositando allí las basuras tóxicas de Milán, Parma, Venecia. Nápoles es Gomorra, y el Vesubio, un balneario comparado con lo que se trajina en la ciudad. Sus días gloriosos, Pompeya y Herculano, Pulcinella y Croce, quedan ya muy lejos. También la II Guerra Mundial, cuando la ciudad vivió otra famosa revuelta, Los Cuatro Días de Nápoles. La gente se rebeló contra la ocupación nazi. ¿Volverá a pasar algo semejante? ¿Y contra quién se rebelarán esta vez? ¿Contra los Casalesi? ¿Contra los chinos? ¿Contra la prensa? ¿Contra Italia? ¿O contra Saviano?
EL PAIS, SL





