
El esfuerzo individual tiene sentido colectivo
En la Argentina hay gente talentosa, que nos da orgullo. No me refiero a quienes ya son famosos. Me refiero a todos esos argentinos cuyos nombres no conocemos, y que hacen su trabajo con amor, con destreza, con sacrificio.
En cada provincia, en cada pueblo, somos millones los argentinos que todos los días nos levantamos con esfuerzo, pero con ganas, y usamos nuestro talento y trabajo para transformar la realidad. Y al hacerlo vamos creando una red, una comunidad. Con proveedores, con clientes, con empleados, con amigos, con nuestras familias, con personas que solo conocemos por redes sociales. Y así vamos haciendo juntos una Argentina que, aunque a veces la perdemos de vista, está llena de personas con esperanza en el futuro, llena de sueños por cumplir, llena de ganas de hacer por uno y por el otro.
Esa Argentina suele quedar tapada por la urgencia, el pesimismo y el conflicto permanente. Me pregunto cuándo nos acostumbramos a ver el mundo en forma binaria, dialéctica, como una tensión necesaria entre "ellos" y "nosotros". Eso es una anteojera que le quita complejidad y diversidad a la vida. Elegir bandos nos impide ver al otro como un semejante, aprender del otro, encontrar acuerdos y construir así mejor sociedad.
En estas semanas hemos sumado una nueva discusión: meritocracia o igualdad de oportunidades. Como si fueran contrarias en lugar de dos caras de la misma moneda. No podemos tener desarrollo si no mejoramos las oportunidades de base de todos los argentinos. Y tampoco podemos tener desarrollo si el que hace las cosas mejor no tiene un incentivo por eso. Tenemos que recuperar la idea de que el esfuerzo individual tiene sentido colectivo y lleva a la movilidad social y a que todos tengamos más oportunidades y estemos mejor.
En vez de preguntarnos "Meritocracia o Igualdad de Oportunidades", propongo preguntarnos: ¿cómo hacemos para no desalentar al que, a pesar de todas las dificultades, se esfuerza en transformar su propia realidad y la de los demás?, ¿cómo hacemos para crear más y mejores oportunidades de desarrollo para todos, sin igualar para abajo? Si dedicáramos más tiempo a hacernos estas preguntas, y trabajásemos juntos para encontrar respuestas, nos daríamos cuenta de que podemos lograr mucho más.
El riesgo que corremos en la Argentina en este momento es que todos aquellos que son talentosos, que se esfuerzan al máximo -independientemente de su punto de partida y del lugar en que ahora estén-, ellos, que son el hilo invisible que une al país, a su creación de valor y riqueza, a sus tradiciones, a sus sueños y a su futuro, bajen los brazos. Que digan: "Ya no aguanto más". El primer paso para evitar eso, hoy más que nunca, es reconocer al de al lado, convencernos de que esforzarse vale la pena y que necesitamos estar más unidos. Unidos por lo que mejor sabe hacer cada uno, por nuestra fuerza creativa y de trabajo.
Como sociedad, como tantas veces ocurrió en nuestra historia, necesitamos estar unidos para enfrentar con responsabilidad y madurez los desafíos que nos tocan.
* La autora es Chair de Puerto Asís Investments.