
El incendio y la cucharita
Por Amos Oz Para LA NACION
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JERUSALEN. - ¿Qué puede hacer un hombre cualquiera frente a un enorme incendio? Puede tratar de escapar de las llamas, abandonando a su destino a todos aquellos que no pueden correr o no tienen ningún lugar adonde ir. Puede quedarse cerca del lugar y lamentarse. Puede echar la culpa a otros. Y también puede llenar de agua la cucharita que tiene en la mano una y otra vez y volcarla en el fuego.
Cada uno de nosotros tiene una cucharita.
Durante estos días, todo hombre de paz debe acarrear agua -al menos, la que puede caber en su cucharita- y volcarla sobre el incendio: hacer oír su voz, denunciar los crímenes de guerra de uno u otro lado, ayudar a las víctimas de esos crímenes de guerra; manifestar, persuadir, escribir, debatir, procurar apoyo para un compromiso razonable, oponerse a la continuación de la ocupación israelí y a la campaña de islámicos y antisemitas para exterminar a Israel. La cucharita en manos del hombre común es en verdad muy pequeña -y el fuego, realmente grande-, pero aun así debe usarla.
En Israel así como en Palestina debe haber un "enrolamiento de cucharitas" al que se sume toda persona dispuesta a hacer todo lo que esté en sus manos para frenar el engranaje de la represión, la matanza, la represalia y la represalia por la represalia. Del lado israelí, es mejor hablar no de "separación unilateral", sino, específicamente, de una iniciativa israelí para poner fin a la ocupación, en defensa del Estado de Israel. El pueblo puede ser movilizado para derrotar al gobierno de los colonos de los asentamientos y elegir en cambio una coalición con posiciones realistas.
Todo esto debe estar basado en un plan. Si la dirigencia palestina da su acuerdo a este plan, tanto mejor, pero la gran ventaja de este plan es que puede ser implementado aun si los líderes palestinos siguen sumergidos hasta el cuello en la beligerancia o prisioneros de las fuerzas de la jihad .
Paz en Medio Oriente
1. Israel pondrá fin a la ocupación de territorios de población palestina y fijará una línea fortificada, adyacente a la línea verde, de acuerdo con la realidad demográfica, que no incluirá poblaciones palestinas ocupadas. Las fronteras permanentes serán determinadas por medio de negociaciones, para lo cual la dirigencia palestina deberá demostrar con hechos que ha renunciado a la campaña islámica para aniquilar a Israel.
2. Israel dará su acuerdo para el inmediato establecimiento de un Estado Palestino en las áreas de población palestina, aun si este Estado surge antes de que se firme un tratado de paz.
3. Israel reconocerá su responsabilidad moral por su papel en esta tragedia. Y demandará de todo hombre honesto que reconozca el papel de los países árabes y de los palestinos. La calamidad de los refugiados palestinos es uno de los orígenes de la violencia, el odio y el terror. Israel no debe aceptar una solución que no incluya la rehabilitación humana, económica y política de los refugiados.
4. Una solución comprensiva de la guerra árabe-israelí debe ser buscada no sólo entre Israel y la dirigencia palestina, sino también, y quizá primordialmente, entre Israel y la Liga Arabe. El plan de Arabia Saudita puede servir como punto de partida de negociaciones.
5. Un movimiento unilateral israelí para poner fin a la ocupación, incluyendo el desmantelamiento de la gran mayoría de los asentamientos, podrá hacerse sólo si la carga de minimizar el peligro que la sociedad israelí deberá enfrentar es compartida por los que demandan que Israel lleve a cabo ese movimiento sin que haya un acuerdo árabe-israelí. La condición para terminar la ocupación no deberá ser un papel firmado por Yasser Arafat, sino un acuerdo que vincule a Israel con la OTAN y la Unión Europea, de manera de desalentar a los promotores de una guerra santa islámica y dejar de lado de una vez por todas el sueño de eliminar a Israel.
Alrededor de un plan como éste sería posible consolidar una mayoría del público, una mayoría en las próximas elecciones, y quizás hasta una mayoría en el Parlamento actual, comprendidos la izquierda, el centro y los elementos más pragmáticos de la derecha moderada.






