El voto debe ser cada vez más universal
Primera escena: lugar, un departamento de Chicago. Tiempo, domingo 30 de octubre de 1983, de noche. Quiénes: un grupo de estudiantes argentinos prendidos a una radio, con un pizarrón anotando los cómputos parciales de las elecciones presidenciales de acuerdo a lo que íbamos recibiendo en una radio. No sabríamos el resultado hasta el día siguiente, pero el clima era el de una fiesta. No era importante que apoyáramos distintos candidatos, lo importante era que estábamos experimentando la misma alegría de todos nuestros compatriotas que en la Argentina, ese día, estaban ejerciendo el derecho cívico de elegir a sus representantes después de mucho tiempo. Pero había una sola e importante diferencia. Ese domingo nosotros no habíamos podido votar, ya que no gozábamos de ese derecho por estar en el exterior. En cambio, habíamos tenido que ir al consulado argentino para justificar nuestra ausencia en la votación.
Segunda escena: lugar, ciudad de Washington DC. Tiempo, año 1988 con la Argentina en crisis con hiperinflación y disturbios. Personalmente, volvía a sentir una enorme frustración de ver que se aproximaban las siguientes elecciones y que volvería a pasar por la experiencia de no poder votar. Mi interrogante era muy simple: si me hacen ir al consulado ese día para no votar, ¿por qué tendría que ser tan difícil votar? Me junté con una colega, Silvina V., otra “empujadora”, y empezamos no solo a plantear esa pregunta a otros argentinos, sino también a proponer hacer una iniciativa al respecto. Vimos que el doctor De la Rúa había presentado en 1986 un proyecto de ley que permitiría el voto en el exterior, pero que permanecía encajonado. Y se fue armando una cadena. Es así como fuimos contactando a varios referentes de la comunidad argentina. Entre ellos, Guillermo Rueda (presidente del Centro Argentino de Washington), que envió una carta al vicepresidente de la Nación y presidente del Senado (Víctor Martinez), al senador De la Rúa, y que nos consigue una audiencia con el embajador Enrique Candioti. Acto seguido decidimos venir a Buenos Aires a reunirnos con legisladores trayendo una carta con la petición que se incluyera el tratamiento de este tema en las próximas sesiones extraordinarias. En esa carta juntamos cientos de firmas y de apoyos de asociaciones argentinas en los Estados Unidos (todo esto en tiempos previos al uso comercial de internet y del correo electrónico).
Tercera escena: lugar, Buenos Aires. Tiempo, diciembre 1988. En esa ocasión nos reunimos con los legisladores Pugliese, de la Rúa, Jaroslavsky, Albamonte, Vanossi, Massini y Auyero, además del el secretario de la Presidencia, Gamond. En enero de 1989, con enorme alegría nos informan que la petición se incluye en el temario de Extraordinarias.
La historia sigue con la aprobación de la ley 24.007 en 1991, pero fue recién en las elecciones de 1993 que los argentinos pudieron votar en sus consulados, después de dictado ese mismo año, el decreto reglamentario de la ley.
Se había logrado el voto, pero había que ir personalmente al consulado correspondiente a emitirlo. Este no es un detalle menor ya que los consulados no son tan numerosos con lo cual había mucha gente que debía hacer grandes esfuerzos para ir a votar, y muchos no podían hacerlo. También hay que considerar que el número de argentinos en el exterior es cada vez mayor.
El decreto 45/2019 consistió en una mejora enorme para el ejercicio de este derecho político fundamental de la mayor parte de los argentinos del exterior, que en un 98% viven a más de 20 km de un consulado, permitiendo la opción del voto por correo postal. Es así como Cristina C. que hace 20 años que vive en Tampa, o Daniel E., que vive también hace muchos años en Naples, nunca pudieron votar, y solo lo hicieron en 2019 a través del correo. La comunidad de Puerto Rico prácticamente no había votado antes de 2019, ya que debía costear un viaje en avión a Miami para hacerlo. En el mismo sentido, los argentinos residentes en Arequipa debían viajar a Lima, los de Valparaíso a Santiago de Chile, y los residentes de distintos países de Europa, a sus respectivas capitales.
Los derechos y las leyes que los garantizan son dinámicos y se actualizan. Si tomamos como ejemplo, la ley Sáenz Peña, promulgada en 1912, solo para varones y de modo cantado, vemos que fue varias veces aggiornada con la inclusión del voto secreto y obligatorio en 1916, y del voto femenino en 1947. El derecho a votar de los residentes en el exterior también debe ir en esa dirección, y no al revés, facilitando cada vez más el proceso de inscripción y control del voto por correo para que la mayoría de los argentinos pueda ejercer su derecho a votar. Por ello consideramos a la derogación del decreto 45/2019, anunciada esta semana, como un retroceso en los derechos civiles de los argentinos. Y la historia no debiera ir para atrás, sobre todo en materia de derechos civiles y estos no deberían ser instrumentos de oportunismos políticos, haciendo honor a la conquista de ese derecho por parte de argentinos de distintas preferencias políticas que lo reclamaron allí en 1988.
Por último, en respuesta a algunas voces que creen que los argentinos del exterior no debieran tener este derecho por no participar de la vida económica del país, hay que pensar que hoy en día, las migraciones son mucho más temporarias que hace tiempo. Es muy común vivir en algún país y trabajar para otro. También en general, los argentinos del exterior mantienen propiedades y pagan sus respectivos impuestos en la Argentina, y cada día son más los que mandan remesas a sus familiares. Han sido muy activos ayudando a argentinos que quedaron varados en distintas partes debido a la pandemia, y cooperan con importantes donaciones a ONGs cuyas recaudaciones ayudan a miles de necesitados.
Además de haber una necesidad coyuntural de no repetir el hacinamiento en los consulados en estas próximas elecciones, debido a la pandemia, hoy en día contamos con muchísimos avances tecnológicos que ayudan aun más, a mejorar la implementación del voto por correo reglamentado en el decreto 45/2019. No se explica porqué hay que ir un casillero para atrás en el ejercicio de un derecho fundamental, derogando este decreto. ¿O vamos a retroceder al pasado privando a decena de miles del derecho al voto?
Detrás de cada conquista de un derecho civil, hubo necesidad, deseo y esfuerzo humano. Habría que ante todo, respetarlos, y ofrecer cada vez más opciones para ejercerlo.
Economista