Es necesario un ajuste
LONDRES (Sunday Times).- En este preciso momento tenemos en el mundo algo capaz de hacer encallar la economía. Me refiero a los enormes y poderosos desequilibrios globales. En Estados Unidos, el déficit de la cuenta corriente se encamina hacia los US$ 300.000 millones, mientras el sector privado carga con un déficit financiero que se aproxima al 6 % del PBI.
En Japón, el déficit del presupuesto marcha hacia el 10 % del PBI, aunque este año su moribunda economía continúe alimentando grandes superávit de la cuenta corriente de tal vez US$ 170.000 millones. En Eurolandia, mientras tanto, hay un superávit de la cuenta corriente de 2 % del PBI, junto con un déficit del presupuesto que amaga acercarse al límite del 3% especificado en el pacto de estabilidad del euro.
Por algún lado tiene que estallar, como se reconoce en los ministerios de economía, bancos centrales y cada vez más en los mercados financieros. Como importador de último recurso para la economía global, Estados Unidos tendría sus días contados. No puede sostener de modo indefinido crecientes déficit de la cuenta corriente aunque ahora, a diferencia de 1980, el déficit externo es compensado por el superávit del presupuesto.
"Hay desequilibrios en nuestra expansión que, si no se remedian, pondrán fin a este largo lapso de fuerte crecimiento y baja inflación", dijo Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal, hace diez días. Tiene razón. El gran debate gira en torno de la forma de corregir esos desequilibrios, en Estados Unidos y en otras partes.
Brian Reading, del Lombard Street Research, cree que el fuerte crecimiento norteamericano persistirá un tiempo aún, pero sin los efectos favorables de una debilidad en los precios del petróleo y las materias primas, y ve un deslizamiento hacia una más alta inflación.
La inflación más alta haría que la Reserva Federal ajustara o elevara bruscamente el rendimiento de los bonos estadounidenses: cualquiera de estas medidas estrellaría al sobrevaluado mercado de valores, hundiendo violentamente al dólar.
La debilidad del dólar, acoplada a una súbita demora de la economía norteamericana, trasladaría entonces la carga a Europa y Japón, según opina Reading, con perjudiciales consecuencias. Japón, piensa este experto, se encamina hacia una gran inflación a comienzos de la próxima década; Eurolandia, hacia algo más serio todavía. "Cuando Estados Unidos ajuste, las consecuencias para Japón y Eurolandia serán severas, y para Alemania, desastrosas", sostiene.
"Hay una fuerte probabilidad de que el sistema de tipo de cambio considerado como irrevocablemente fijo se vea puesto a prueba hasta su destrucción antes de que las monedas nacionales sean reemplazadas en la circulación por el euro. Alemania será forzada a devaluar. En efecto, las fallas de la moneda única quebrarán el artificial eje franco-germano."
Al finalizar la historia de Reading, Japón y Eurolandia todavía están en problemas, mientras que Estados Unidos, habiendo hecho una pausa para consolidarse, está listo para iniciar nuevamente su avance ascendente. La falta de sustentabilidad habrá hecho estragos en la economía global, aunque no necesariamente en forma pareja.
Pero hay, debemos decirlo, un camino de salida. Existen signos de que las economías europeas están empezando a abandonar su decaimiento. El euro débil y las tasas de interés más bajas infunden cierta esperanza a la industria, y la confianza consumidora, aunque con algunas claudicaciones, sigue siendo bastante fuerte. Hasta es posible que los peores problemas japoneses hayan quedado atrás, e incluso esa sumergida economía empiece a mostrar cierto crecimiento. Con otras palabras, un crecimiento fuerte en Europa y en Japón podría llegar a tiempo para evitar un desagradable accidente económico.