
Folklore y política exterior
El mundo está caracterizado por la circulación de personas, bienes, capitales y servicios, a un ritmo y en un volumen de trillones de dólares.
Argentina no se escapa de este determinante que ha generado una red de cadenas de valor productivas, financieras y electrónicas que condicionan en forma absoluta el comportamiento político y económico local.
Para ser claros, de los cuatro recursos económicos de la Argentina -impuestos, exportaciones, inversiones y turismo- tres de ellos están signados por la política exterior ( y el primero -impuestos-, también tiene que ver con el mundo exterior, por la existencia de las retenciones).
Si bien es cierto que inversiones y turismo también tienen una “pata local”, la historia nos muestra la influencia del comportamiento de los inversores extranjeros sobre los nacionales y, en el caso del turismo, el impacto del tipo de cambio (tanto del flujo receptivo como del costo del turismo extranjero para nuestros connacionales).
Ni hablar de la “fuga de capitales” constante que genera la desconfianza y la incertidumbre en las erráticas políticas nacionales, cuya consecuencia es la decisión de los argentinos de ahorrar en monedas duras, en el colchón o en cuentas en el exterior.
Esta desgraciada situación, agravada en forma constante por el aumento del índice inflacionario, hacen de la política externa el riñón de la política económica.
Ya sabemos que la actual situación solo podrá revertirse con una nueva administración el año que viene.
Si queremos impactar positivamente en la opinión política y económica mundial, las dos primeras leyes que deberían ser aprobadas inmediatamente, son 1) la independencia del BCRA y 2) el proceso de desindexación de la economía para disminuir drásticamente la inflación en los primeros 90 días.
El “shock” de confianza impactará tanto a nacionales como a extranjeros y lanzará el programa virtuoso para expandir nuestras exportaciones y generar así los recursos que necesitamos para alcanzar el tan ansiado progreso que todos deseamos.
En el mismo plano de inmediatez, está el relanzamiento de nuestra asociación estratégica con Brasil, con un programa de convergencia macroeconómica y un programa de negociaciones externas que comiencen con dinamizar nuestro TLC con la UE, pero anuncie en forma inmediata la voluntad de aceptar la propuestas que nos han formulado tanto los EEUU como China para sentarse a negociar libre comercio con el Mercosur.
No hay un debate sensato entre “shock” y “gradualismo”…..hay que tomar algunas medidas inmediatas que producirán efectos en el corto, mediano y largo plazo (recordando siempre lo que decía John Maynard Keynes :”en el largo plazo estaremos todos muertos”).
Cualquier programa que no incluya estos contenidos en sus premisas fundamentales, solo responderá a una lógica internista que no podrá cumplir sus objetivos, por más loables que sean.
Conclusión: todo lo importante es política exterior.
Las alternancias políticas e ideológicas domésticas, tan variadas como las 192 naciones existentes, se constituyen en un verdadero folklore -respetable, reconocido y legítimo- que adopta formatos propios de cada historia nacional…pero que deben encuadrarse en normas universales de gobernabilidad, estabilidad y predictibilidad entendibles y estandarizadas.
No entender estas “reglas de juego” es condenarnos al aislamiento y la decadencia.
El autor es exembajador argentino en USA, la UE, Brasil y China





