
Hacer click
Por Antonio M. Battro
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La expresión "hacer click" ha tomado inusitada presencia en el lenguaje cotidiano. Se trata de algo más que de una onomatopeya o del ruido seco de un interruptor. En la era digital, en una cultura fecundada por la informática, el "click" se ha convertido en una verdadera "compuerta" del conocimiento. Es una simple opción que se encuentra al alcance de la mano, basta presionar un botón, una tecla, un "mouse" para que la computadora nos abra infinidad de caminos. Se trata de una "opción digital", de una alternativa elemental pero con un alcance considerable.
En particular, una persona incomunicada, mal conectada al mundo por una discapacidad cognitiva, motora o sensorial puede llegar a controlar su entorno mediante una serie de clicks sobre un interruptor. Una mera señal es suficiente para poner en marcha una cascada de acciones, actúa como un disparador para imprimir, hablar, mover, dibujar, conectar, comunicar, grabar, etc. El interruptor es el mecanismo básico de muchas prótesis informáticas que han cambiado la vida de millares de personas. Estas interfaces han abierto nuevos mundos en el trabajo y la educación de las personas con discapacidad.
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Tenemos ejemplos admirables basados en el uso inteligente de un simple click. Stephen Hawking, incapacitado para hablar y moverse debido a una enfermedad neuromuscular, pudo hacer física del más alto nivel en la universidad de Cambridge gracias a una computadora conectada a un simple interruptor. Por su monitor pasan símbolos, letras, números, y él los selecciona con un click. De esa manera va componiendo sus escritos y enviando sus mensajes. Su computadora puede, además, leer el texto escrito con una voz sintética. Pero detrás de un click y de la máquina debe haber siempre una persona, alguien que se ocupe de facilitar esta comunicación. Recientemente apareció el libro póstumo y conmovedor de Jean-Dominique Bauby La escafandra y la mariposa que resultó un éxito clamoroso. Trata de las reflexiones del autor, víctima de una lesión cerebral masiva, cuyo único movimiento voluntario consistía en la posibilidad de cerrar un ojo. Este guiño, este "click muscular", le bastó para crear un código con sus asistentes y lograr, con paciencia infinita, construir letra por letra el texto de su admirable testimonio de vida: "Me desgranan el alfabeto hasta que con un guiño detengo a mi interlocutor en la letra que debe anotar". Es seguramente la acción voluntaria más simple que es dable encontrar, la alternativa básica, la opción digital "si/no". Nuestro sistema nervioso, y el de muchos animales, tiene mecanismos "digitales" preadaptados para esta acción súbita y discreta así como tiene otros sistemas "analógicos" dedicados a procesar acciones lentas y continuas.
De alguna forma el click es un producto de la evolución y la ciencia actual no ha hecho más que aprovechar este recurso biológico. Podríamos decir que la era digital no nació con un big bang como el que estudió Hawking sino con un simple click, como aquel sencillo guiño que nos llega de la prehistoria de nuestro cerebro.
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