La agresión de Boudou a periodistas fue un agravio para toda la sociedad
Soy miembro orgulloso de la comunidad judía argentina. Como tal, me siento particularmente ofendido por las palabras del ministro Amado Boudou, quien, con especial maldad, me descalificó junto a otra periodista banalizando el horror de la Shoá.
Pero sé, porque en los últimos días así me lo han manifestado personalmente varios dirigentes políticos, renombrados economistas y entidades que representan al periodismo, que las palabras de Boudou representan un agravio para toda la sociedad argentina, que sufrió dos horribles atentados aún impunes, entre otras razones, por la indiferencia del poder político.
Soy además periodista desde hace más de 20 años y escribo sobre temas económicos hace más de 15 años. Nunca un funcionario me había agredido de esta manera, sin ningún argumento técnico y tan convencido de estar quedando bien con el poder para el que trabaja.
En los 80, he militado en la causa por los derechos humanos que se violaron en la dictadura -cuando nadie escuchaba sobre los Kirchner y menos sobre Boudou- y en contra del antisemitismo.
Lo escribí y lo denuncié cada vez que pude; de Boudou, solo sé que hizo una broma sobre el efecto nocivo de las explosiones cuando, tiempo atrás, fue a entregar un crédito al edificio de la AMIA.
Que nadie se confunda: este no solamente fue otro insulto del ministro en el contexto de la actual "guerra contra los medios" de la que tanto se jacta el Gobierno; por lo tanto, ningún periodista o intelectual cercano al kirchnerismo debería avergonzarse repudiando las palabras de Boudou.
El ministro, me comentaba ayer Sergio Widder, representante del Centro Wiesenthal en la Argentina, eligió particularmente una categoría degradante dentro de los que sufrieron el Holocausto: "la de aquellos que, para sobrevivir un día más, tenían que remover los cadáveres y, a veces, también preparar a quienes iban a ser asesinados". Lo hizo simplemente porque, junto con la periodista de Clarín, reprodujimos comentarios críticos del FMI contra el Gobierno.
Cuando el viernes pasado, en el hotel Fairmont de Washington, Boudou dijo la frase "ustedes son como aquellos que colaboraban para que funcionen las cámaras de gas", me sentí shockeado, pero le pregunté si estaba seguro de lo que decía. Y lo reiteró, sin dudar. El ministro ahora puede mostrar arrepentimiento público, sobre todo si no quiere provocarle una escena desagradable a la Presidenta mañana a la noche en la cena de la AMIA, o a sus colegas de Relaciones Exteriores, Justicia y Educación, en un seminario sobre el Holocausto que se realizará esta semana en Buenos Aires. Pero ese viernes, en su rostro, Boudou reflejaba satisfacción por lo que dijo. Ninguna retractación que haga, si realmente lo obligan a hacerla, disminuirá la gravedad de sus frases. Como suele decir el Gobierno en una de las tantas frases de las que intentó apropiarse: no hay olvido y menos si no hay Justicia.