La combustión perdida
El ballottage del domingo será un notable ejemplo del aval social que tiene todavía el statu quo político en la Argentina. Es la metamorfosis permanente del único método de hacer política que impera desde hace años. Santiago Kovadloff decía, en un artículo reciente, que le costaba creer, después de tantos fracasos padecidos, que aún sea muy temprano para que nazca entre nosotros la renovación. Esto dispara una pregunta clave: ¿cuándo llega la hora del cambio para una sociedad? ¿Y, en particular, qué funciona como disparador de ese cambio? Porque si el demasiado temprano se eterniza, corre el riesgo de convertirse en un demasiado tarde, sin mucha escala.
Hemos pensado que sólo mediante una caída al fondo del abismo podía el país emerger, lo cual pareció explicar el deterioro acelerado de la Argentina hasta hoy, como si hubiera sido un intento desesperado de encontrar suelo firme donde hacer pie. Pero nuestra sociedad ya ha visitado muchos abismos, incluido el peor de ellos: la pobreza masiva. Si esto no ha motivado un cambio cabe pensar que se ha creado una extraña forma de impermeabilización frente al sufrimiento, que le ha quitado combustión como motor de cambio, hipótesis que de ser cierta sería inquietante, dado que se podría caer mucho más hondo aún sin reacción.
El otro disparador del cambio imaginable es la conversión de la educación en la prioridad de Estado número uno, absolutamente apartidaria, con planes profesionales y presupuesto alto. Pero esto es algo que quienes han gobernado el país hasta hoy comprenden bien: la única manera de hacer desastres gobernando y ser votados permanentemente es bajar los umbrales de educación -y por lo tanto de exigencia frente a su destino- de un pueblo. En este punto estamos frente a una trampa: el corto plazo tiene maniatado al largo plazo, y es el largo plazo el que necesitamos para modificar el corto.
Al no elegir representantes que privilegien la educación, el largo plazo jamás se construye, y si éste no se construye, no puede influir en la conciencia de la necesidad de un cambio inmediato. En todo caso, si necesitamos creer que alguna vez vendrá un cambio serio en la Argentina resulta difícil pensar que será a través de las "opciones" del domingo próximo, escenario montado por la resultante eleccionaria de nuestras voluntades para que diriman su pelea Menem y Duhalde.
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