La deuda educativa es con los jóvenes
La escuela media encabeza las urgencias que tienen hoy los sistemas educativos latinoamericanos, en una agenda que integran, además, la formación docente y ladifusión y el uso de las evaluaciones nacionales e internacionales de aprendizaje.Once diarios líderes de la región, reunidos en el Grupo de Diarios América (GDA),ofrecen esta radiografía de los logros alcanzados y los desafíos pendientes
lanacionarSi hubiera que señalar una urgencia común para la educación latinoamericana, sería, sin dudas, la escuela secundaria. El nivel educativo que completa la formación básica y prepara a adolescentes y jóvenes de 12 a 17 años para los estudios superiores y el trabajo concentra las mayores tasas de abandono y repitencia, muestra los resultados más preocupantes en los aprendizajes y recibe la mayor cantidad de críticas por estar desactualizado y alejado de las realidades sociales y culturales de los jóvenes que recibe.
Con distinto ímpetu, velocidad y eficacia, en la primera década de este siglo, los gobiernos de la región han empezado a intentar reformas y mejoras en la escuela media, pero en la mayoría de los países los resultados son parciales, o aún poco visibles, en un escenario que pone de manifiesto las desigualdades sociales, económicas y regionales que caracterizan a muchos de nuestros países.
Una agenda educativa latinoamericana debería colocar en segundo lugar la formación y la profesión docente, que ha estado en el centro de las disputas políticas recientes en varios países, en particular por el creciente interés de varios gobiernos por establecer evaluaciones de desempeño cuyos resultados inciden en los salarios de maestros y profesores. Ser docente sigue estando, en general, mal pago y ha dejado de ser en nuestros países una profesión atractiva.
Aunque es verdad que cada vez más chicos asisten a las escuelas en América latina, también lo es que los resultados de los aprendizajes distan aún de ser los mejores. Por eso, van ganando atención las distintas pruebas, nacionales e internacionales (como PISA), en las que la mayoría de los países participa, con resultados muy dispares. Lo hacen, sin embargo, con miradas diferentes: algunos países difunden sus resultados y los toman como referencia para sus propias evaluaciones, como Brasil o Chile, pero otros critican sus procedimientos, como la Argentina.
Escuela media
Las dificultades que enfrenta el nivel medio en los países de la región no solo responden a razones escolares, sino que reflejan, también, las crecientes desigualdades sociales y económicas de los países. En México, por ejemplo, aunque la cobertura de la educación media superior pasó de 48% a 66% en la última década, sólo el 45% de los jóvenes de entre 19 y 24 años concluyó ese tramo educativo, lo que coloca al país por debajo de Chile (donde el 80% terminó el bachillerato); Venezuela, con el 62%, y Brasil, con el 57%. "Hace falta un rescate social de la juventud mexicana. Hay más de 7 millones de jóvenes que no estudian ni trabajan; siete de cada diez no tiene opciones educativas para cursar estudios superiores y hay más de 550.000 jóvenes analfabetos", dijo el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Narro Robles. Sin embargo, estar en la escuela no siempre asegura aprender: en ese país, luego de permanecer 12 años en el sistema educativo, ocho de cada 10 jóvenes sólo sabe hacer operaciones matemáticas básicas y uno de cada dos tiene niveles bajos de lectura, según un informe oficial.
En Colombia, en tanto, también la matrícula de la educación media ha crecido en la última década (20%), pero aún hay 428.302 jóvenes fuera del sistema. Y las razones para dejar las aulas demuestran que el aspecto pedagógico es solo una parte del problema. En ese país, según la Encuesta Nacional de Deserción, quienes abandonaron la escuela media en zonas urbanas lo atribuyen a dificultades académicas, maestros que enseñan en forma aburrida y situaciones de conflicto y violencia en el colegio, mientras que quienes lo hicieron en zonas rurales culpan a la necesidad de trabajar, la distancia de la casa al colegio y las dificultades académicas.
Razones similares se dan en Costa Rica para dejar la escuela media: desinterés, falta de dinero, dificultad para aprender y la elección de trabajar son razones que mencionan quienes dejaron las aulas. Además, la mitad desiste de cursar los dos últimos niveles de la secundaria, que no son obligatorios.
"Es una de las carencias de nuestra política educacional no estar preocupados por los jóvenes que van quedando atrás. Hay iniciativas privadas, pero el Estado está en el debe", afirmó el subdirector del Centro de Estudios Públicos de Chile, Harald Beyer. Allí, las tasas de abandono del secundario son siete veces superiores a las de la primaria.
Desde Venezuela se enumeran críticas al nivel medio: falta de profesores, contenidos desactualizados -en ese país, es el único nivel que no ha tenido cambios curriculares en los últimos 20 años- y escasez de vacantes.
Sin embargo, la situación no es pareja dentro de los países. En la mayoría de los casos, las escuelas privadas suelen tener mejores tasas de rendimiento y menos abandono, porque en general atienden a una población de mayor nivel socioeconómico y cultural. Es el caso en Brasil, donde la tasa de abandono promedio en 2010 fue de 10%, pero en las escuelas públicas subió a 11,5%.
Muchos países comenzaron a proponer reformas para sus escuelas medias. En la Argentina, por ejemplo, está en marcha el plan "Secundaria para todos" -el nivel es obligatorio desde que lo estableció una ley nacional en 2006-, que busca reformular los contenidos de las materias, con más horas de asignaturas básicas como Lengua, Matemática e Inglés; incorpora tutorías y acompañamiento para rendir materias reprobadas, e integra actividades deportivas, artísticas y comunitarias, entre otros cambios. En Ecuador, en tanto, desde septiembre se aplicará un programa de reformas que busca disminuir el número de materias, aumentar la carga horaria y capacitar a los profesores.
Carrera docente
Si la mayoría de los conflictos entre gremios docentes y gobiernos solían darse a causa de los tradicionalmente bajos salarios, en los últimos años los problemas se han dado a raíz de las iniciativas oficiales de evaluar a los docentes y atar sus salarios y movilidad profesional a esos resultados. En Perú, por ejemplo, se instaló en 2008 la Carrera Pública Magisterial, que define contratos y sueldos en base a criterios meritocráticos. Las primeras evaluaciones mostraron que la mitad de los maestros no pudo hacer cálculos aritméticos simples; en la última prueba, de marzo pasado, sólo el 11% aprobó. En Ecuador, en tanto, existe desde 2009 una evaluación obligatoria a docentes en servicio, que fue muy resistida. En Brasil, hay pruebas de desempeño docente en Estados como Río de Janeiro o Pernambuco, pero en 2012 el gobierno implementará una prueba nacional para los docentes de niveles iniciales. En la Argentina, donde el salario docente se define principalmente por antigüedad en el cargo, el gobierno nacional no parece por ahora tener planes de instalar estas formas de evaluación, que ya cuentan con el rechazo público de los gremios.
En cualquier caso, la docencia sigue siendo una profesión con un bajo nivel de valoración social en la mayoría de los países de la región. En Uruguay, la mitad de los docentes que ingresan en los institutos de formación fracasaron antes en carreras universitarias. La matrícula del magisterio se ha reducido en ese país un 30% en los últimos tres años, y en 2010 se recibieron 100 maestros menos que en 2009. En Puerto Rico, un estudio privado reveló que sólo el 24,9% está satisfecho con su remuneración y apenas un 11,1% cree que la sociedad valora su trabajo. Para compensar estas situaciones, en Chile, el gobierno de la ex presidenta Michelle Bachelet creó en 2009 la prueba Inicia, como diagnóstico voluntario del nivel de preparación de los egresados en Pedagogía, que se espera instalar como obligatoria para que sus resultados determinen el nivel de salario inicial de los docentes de escuelas públicas. Este año, además, debutó la beca Vocación de Profesor, que costea el 100% de la carrera a los alumnos destacados que elijan Pedagogía.
Evaluaciones de calidad
Desde hace algunos años, la "calidad educativa" se ha convertido en la nueva meta, el objetivo más repetido por los expertos y funcionarios de educación en la región. Por eso, las mediciones que reflejan mejoras o diagnostican problemas son un contenido habitual del debate educativo. Los usos de los resultados de esas evaluaciones varían.
Brasil, por ejemplo, creó un Indice de Desarrollo de la Educación Básica (Ideb) que, para 2021, se puso como meta el mismo nivel de conocimiento que demostraron los países de la OCDE en la prueba PISA de 2003.
La mayoría de los países tienen sus pruebas de rendimiento. En Ecuador existe desde 1996 el Sistema de Medición de Logros Académicos en tercero, séptimo y décimo año de educación básica; en Perú, cada año se realiza la Evaluación Censal de Estudiantes (los últimos resultados mostraron que el 17% de alumnos de escuelas públicas comprende lo que lee, mientras en las privadas lo hace el 43%), y en Costa Rica existe un examen nacional obligatorio que tiene un valor del 60% para aprobar el bachillerato.
En Venezuela, por su parte, la última evaluación de aprendizajes fue hace siete años, y sus resultados no fueron difundidos.
Chile, en tanto, aparece como uno de los pocos países donde los resultados de las pruebas internacionales más recientes fueron un alivio para las críticas que se suelen hacer a los sistemas educativos de la región. Allí, el país subió 40 puntos en lectura en 2009 respecto de 2000. Además, en 2010, el examen de cuarto grado de primaria mejoró nueve puntos en lenguaje sobre el año anterior.
Colaboraron en esta investigación Raquel San Martín (La Nación); Eloísa Capurro (El País, de Uruguay), Jairo Villegas S. (La Nación, de Costa Rica); Elizabeth Salazar (El Comercio, de Perú); Andrea Linares (El Tiempo, de Colombia); Lineida Castillo (El Comercio, de Ecuador); Lauro Neto, Leonardo Cazes, Demétrio Weber y Marcelle Ribeiro (O Globo, de Brasil); Joel Ortiz Rivera (El Nuevo Día, de Puerto Rico); Marielba Núñez (El Nacional, de Venezuela); Manuel Fernández (El Mercurio, de Chile), y Nurit Martínez Carballo (El Universal, de México)
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