La ética de la responsabilidad o la convicción
La sociedad argentina está asistiendo a un replanteo en todos los ámbitos. La introducción de las nuevas tecnologías, la necesidad de superar las crisis y el reclamo de la juventud pone en cuestionamiento todos los dogmas, teorías e ideologías.
La clase política dominante de la Argentina, en especial la que está al frente del gobierno, marcha a la zaga de los acontecimientos, aferrada a sus viejas convicciones, y es superada por la realidad. A principios del siglo XX, Max Weber puso en claro lo que Raymond Aron denominó las antinomias de la acción humana. Por un lado Maquiavelo, y por el otro, Kant. El político y el individuo. La ética de la responsabilidad y la ética de la convicción.
Aunque no siempre una ética de la responsabilidad es maquiavélica podemos afirmar que la moral de la responsabilidad es simplemente la que se preocupa de la eficacia y de la adaptación de los medios a los fines que se persigue, y está basada en pautas de conductas ajustadas a valores morales que le dan sustento.
El hombre dedicado a la política, el hombre de Estado en el campo de la acción toma decisiones que implican ciertos sacrificios para realizar un objetivo que supera lo individual. El hombre público, el político, debe responder a la ética de la responsabilidad, su juicio de valor, su decisión siempre debe encarnar la afirmación de una voluntad que le impone sacrificios. Ninguna decisión debe implicar ventajas para unos y sacrificios para otros, siempre debe estar orientada a la elección del bienestar general.
La ética de la convicción no se ajusta a lo precedente. La moral de la convicción incita a los individuos a actuar de acuerdo a los sentimientos individuales, sin tener en cuenta las consecuencias. Los partidarios de esta ética están impregnados de dogmatismo, de egoísmo, y no asumen la responsabilidad de sus actos. Son los que prefieren la salvación de su propia alma sacrificando la grandeza de su país.
Raymond Aron nos enseña en su libro Las etapas del pensamiento sociológico: “…no hay moral de la responsabilidad que no esté inspirada en convicciones pues en el último análisis la moral de la responsabilidad es búsqueda de eficacia y puede ponerse en tela de juicio el objetivo de esta búsqueda. Es igualmente claro que la moral de la convicción no puede ser la moral del Estado. Aún puede afirmarse que, en el sentido extremo del término, la moral de la convicción no puede ser del hombre que entra, aunque sea en mínima medida, en el juego político, aún si apela a la intermediación de la palabra o de la pluma. Nadie dice o escribe lo que fuere indiferente a las consecuencias de sus manifestaciones o sus acciones movido únicamente por la preocupación de obedecer a su conciencia…”.
Es decir siempre subyace un interés personal, de preservación individual o de tribu.
Como se mueve el mundo
En las últimas décadas, especialmente en los países desarrollados, la revisión de doctrinas políticas y económicas configuraron nuevos patrones de conductas. En Europa, la mayoría de los partidos políticos han abandonado la utopía comunista. No solo por pragmatismo, sino porque la realidad se impuso a la convicción. En la Alemania después de la caída del muro. En España con el triunfo del PSOE, que suscribía la doctrina marxista, Felipe González en función de gobierno, basado en la ética de la responsabilidad lo llevó a cambiar las viejas doctrinas, dejar de lado sus convicciones y poner en movimiento las energías sociales que impulsaron a la modernización de su país. En Francia lo ocurrido tiene similares características, aunque el caso fue diferente, allí fue la sociedad la que le impuso al gobierno socialista de Françoise Miterrand el cambio de actitud. Hay varios ejemplos que muestran transformaciones en el mundo contemporáneo. ¿El capitalismo se ha impuesto? Seríamos imprudentes al afirmar sobre el devenir. Lo que está demostrado es el avance de la idea de libertad, el derrumbe de las ideas abstractas, el fin de la religión del Estado, el triunfo del anti dogmatismo. China es un ejemplo en que el capitalismo y las medidas promercado le resolvieron muchas décadas de atraso y solo puede conservar su gobierno autocrático en base a restricciones a la libertad política e individual en base a la férrea autoridad militar y disciplinamiento de la sociedad.
Qué nos pasa a los argentinos
La Argentina sigue asombrando al mundo. Ha sido ejemplo de economistas e intelectuales y abundan escritos sobre nuestro país sobre lo que no se debe hacer. Un país paradójico, que tiene alimentos, energía, territorio, buena capacidad intelectual media, aceptable convivencia racial y religiosa, ingenio técnico. ¿Qué más necesita para ponerse de pie? La Argentina está en un punto de inflexión. Los principales cargos institucionales del país están ocupados por personalidades que siguen aferradas a viejos dogmas, muchas de sus preocupaciones están atadas a mantenerse en el poder o resolver cuestiones de índole personal. Seguidos por partidarios alimentados por un clientelismo político preocupante y por premisas populistas que suman día a día atraso y sumisión.
En las últimas elecciones la sociedad ha revalorizado a otras fuerzas políticas que en términos generales están enroladas en las corrientes políticas que en los países desarrollados han conseguido los mayores éxitos, traducidos en beneficios para sus sociedades. Este comportamiento de la sociedad argentina, su actitud en el futuro y lo que es más importante, para la salud del sistema, hace que esos partidos políticos que se vislumbran como una alternativa para el 2023, tengan un comportamiento basado en la ética de la responsabilidad, y que sus dirigentes dejen de lado sus aspiraciones personales y algunas anacrónicas convicciones. Así seguramente pueden contribuir a darle a la república una salida para superar los cruciales momentos que atraviesa.
Secretario General PDP, exembajador en Portugal