
Las dos concertaciones
La Argentina vivió agrietada entre 1810 y 1890, y luego repitió la experiencia desde 1930 hasta nuestros días. Por eso vivimos 4 décadas de oro entre 1890 y 1930. La clave es la unidad nacional por encima de las pasiones y las facciones. Cuando conviven dos “medias naciones” enfrentadas, estamos ante una guerra civil potencial o efectiva. Las naciones jóvenes, como la Argentina, explotan en flujos de capitales e inmigraciones de obreros y profesionales calificados cuando se respiran aires de progreso y “hacer la América” unifica a criollos y extranjeros en un espíritu común de acumulación de trabajo, eso es “el capital humano y material” de una Nación.
El presidente Milei hizo que se evitara el precipicio de la híper, mostró que era posible reducir el 30% del gasto público en 9 meses y que la mayoría de la ciudadanía estaba dispuesta a hacer un esfuerzo descomunal para sacar adelante el país. Estamos a tiempo de hacer las 2 convocatorias que nos pueden permitir salir de la grave crisis que estamos atravesando: a los aliados propios, los partidarios de LLA, de Pro, la mayoría de los radicales y la CC, la Ucedé, los peronistas republicanos, independientes y muchos de los gobernadores, que juntos constituimos una sólida mayoría parlamentaria. Y al gobernador Kicillof, vencedor de las recientes elecciones en la provincia de Buenos Aires, con quien no comulgó en nada, pero está igualmente interesado en que el país no se hunda hoy para poder ser candidato a presidente en 2027.
La unidad nacional no es una elección coyuntural, requiere constituir una mayoría de gobernabilidad y un pacto de convivencia que vaya más allá de la estadística matemática. La unidad nacional es una demostración de que, gobierne quien gobierne, tenemos denominadores comunes que nos hacen confiables en forma permanente.
Nuestros vecinos, todos en mejores condiciones que nosotros, demuestran cómo se puede tener estabilidad, inversiones, reservas y bajo riesgo país, gobierne la derecha o la izquierda, porque hay un interés nacional que supera las legítimas ideologías y banderías partidarias. No alcanzar estos parámetros es la medida de nuestras propias limitaciones. No hay motivo para pensar que somos mejores que ellos, pero tampoco que no podemos lograr lo que ellos ya han demostrado.
El momento es aquí y ahora, ya está demostrado que el proyecto de “pintar la Argentina de violeta” no es posible, pero sí lo es conformar un gobierno de coalición y un pacto de unidad nacional que muestre a propios y extraños que es posible una Argentina permanente, en condiciones de honrar sus compromisos externos y retomar el camino del crecimiento y el progreso sostenido y sustentableNuestro futuro no depende de la “protección del cielo” ni de un “salvataje milagroso” del Tesoro norteamericano. Somos nosotros los que debemos y podemos encontrar la solución a nuestros problemas. El tiempo se nos agota, pero la oportunidad está lista para que lo logremos.






