
Lo urgente, lo necesario y lo imprescindible
Actualmente, gracias al trabajo de centros de investigación y de construcción de información, tenemos datos como para identificar los problemas del sistema educativo y también sus trayectorias. Podemos sustentar con datos que gran parte de nuestros egresados de primaria y secundaria no adquieren siquiera los conocimientos básicos de lengua y matemáticas.
Es claro que avanzar sobre estas carencias es urgente y allí deben confluir los esfuerzos de los diferentes cuerpos de gobierno de las jurisdicciones, con una acción acordada y debidamente evaluada en sus resultados. Con el mismo propósito, la sociedad civil –en la que se cuentan especialistas, ONG y diferentes asociaciones preocupadas por el tema educativo– debería aportar propuestas para superar este grave problema.
Sabemos también que tenemos una escuela secundaria que se quedó en el tiempo, que requiere un cambio en su organización, saberes y prácticas pedagógicas y, en definitiva, en el paradigma en el que se sustenta. En este punto, algunas de las jurisdicciones están trabajando con diferentes resultados. Como no somos un sistema, sino un agregado de unidades que hacen lo que pueden de acuerdo con sus tradiciones y posibilidades técnicas y políticas, se necesita la impronta nacional para mantener algo de la continuidad que requiere una nación.
Finalmente, están las políticas imprescindibles que remuevan y desarticulen las condiciones que han producido la decadencia del sistema. En términos generales, habría que recuperar el poder de la política para gobernar y desechar la lógica y la presión corporativa en la toma de decisiones. Como parte de esta operación, hay que racionalizar el número y la pertinencia de los más de 1300 institutos de formación docente. Recuperar la lógica del mérito para definir la carrera docente y cuáles son las instituciones que están en condiciones de impartir esta formación para que los docentes que están directamente a cargo de –nada más y nada menos– la formación de las nuevas generaciones, posean capacitación adecuada.
La racionalidad también tiene que ser recuperada tanto para la asignación de recursos para la educación como para su uso, y la transparencia de los presupuestos. Si los fondos salen del bolsillo de todos, todos tenemos el derecho de auditar su gasto. Desde el nivel inicial hasta el universitario.
Es imprescindible que se creen las condiciones para que las escuelas puedan disponer de un equipo de docentes con un cargo que incluya un tiempo para planificar el trabajo de la institución. No se necesitan más docentes en las escuelas, sino mejores y con más dedicación.
Por último, en el campo educativo, como en el caso de todos los otros, debemos revisar con honestidad, visión de futuro e inteligencia muchas convicciones del progresismo que nos trajeron hasta la puerta del cementerio. El mundo cambia y es necesario repensar a la luz de sus exigencias.
Miembro del Club Político Argentino y de la Coalición por la Educación





