Los primeros 100 días y la política exterior en 2023
A los partidos que conforman el frente opositor se les presenta en 2023 una segunda oportunidad para enfrentar con éxito indudable los primeros y críticos 100 días de gobierno. Por ello, el esfuerzo para lograr que esos primeros 100 sean exitosos, y la base de una buena administración, debe comenzar ya, incluyendo el análisis sobre como implementar medidas que impactan de lleno la política exterior.
El gobierno del presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt (FDR) inmortalizó el concepto de los primeros 100 días, al enfrentar con urgencia y determinación, en 1932, los diferentes aspectos de una profunda crisis económica, productiva, financiera y social, que habían postrado a EE.UU.
En este contexto de gran temor, FDR pronunció en su discurso inaugural en 1932 la famosa frase: “a lo único que debemos tenerle miedo es al miedo mismo”, seguida por la memorable: “ese terror sin nombre, irrazonable e injustificado que paraliza los esfuerzos necesarios para convertir el retroceso en avance”. Esta frase la pronunciaba un presidente con sus piernas paralizadas, que solo podía desplazarse con muletas o en silla de ruedas.
En sus primeros 100 días, FDR combinó medidas urgentes de carácter transitorio, con medidas de largo plazo, algunas todavía en vigencia. Si bien este artículo no intenta especificar o defender las medidas que FDR tomó en los primeros 100 días, si se busca destacar el espíritu y la forma en que se implementaron. Lo que alguna vez se de-nominó como una actitud, más que un programa, se caracterizó por los siguientes factores : 1) una claro sentido de urgencia, dada la grave crisis que se enfrentaba, 2) una clara determinación a resolver problemas existentes, con medidas efectivas, tanto transitorias como duraderas, 3) la colaboración de verdaderos expertos en cada tema con probada capacidad administrativa y de liderazgo, y 4) la comunicación continua del presidente, presentando tanto su visión, como su sensibilidad a los problemas del electorado.
Parece ya haber algún consenso en cuanto a que para salir de la situación de declinación constante y de estancamiento perdurable, la Argentina debe salir a exportar, duela a quien le duela
Aunque FDR era impaciente con las ideas abstractas, era muy hábil para traducir conceptos complejos a frases que los ciudadanos pudieran entender y con las que se pudieran relacionar. Estos factores deben estar presentes en una probable segunda oportunidad para enfrentar los críticos primeros 100 días, en un escenario sumamente complejo. Ante los miedos y temores que estimulan el continuo retroceso económico relativo desde los años 70, la evidente incapacidad del sistema político argentino para lograr resultados concretos, los crecientes grados de desigualdad e inseguridad, y lo poco que parece ofrecer la Argentina a nuestros jóvenes, el liderazgo que surja en 2023 debe tener bien claro que quiere hacer, como hacerlo, y no cometer grandes errores.
Un nuevo gobierno deberá develar rápidamente la visión de desarrollo que tiene para el país, explicando el rol que tendrán los diferentes sectores productivos ante un mundo sumamente competitivo, según sus posibilidades de competir a nivel internacional, regional o solamente nacional. Estos roles deben incluir la generación de empleos sustentables. Las visiones y planes que se presenten no pueden ser solamente expresiones de deseos o visiones ideológicas desconectadas de nuestras realidades económicas, productivas y sociales.
Parece ya haber algún consenso en cuanto a que para salir de la situación de declinación constante y de estancamiento perdurable, la Argentina debe salir a exportar, duela a quien le duela. Sino, exportaremos hijos, sobrinos y nietos. A su vez, tiene que existir un acuerdo para que la Argentina pueda endeudarse en forma incremental solamente para inversiones en infraestructura, y no para pagar gastos generales. Estos dos factores --exportaciones y endeudamiento externo-- son elementos que impactan de lleno a nuestra política exterior.
A su vez, en materia de política exterior, el nuevo gobierno debería confirmar rápidamente en su mensaje y en los hechos la implementación de las pocas políticas de Estado existentes : 1) la paz e integración con Brasil y Chile, 2) la defensa de los DD.HH., y 3) la política atómica, incluyendo la colaboración con Brasil. También debería dejar de lado las visiones ideológicas extremas para permanentemente encontrar el punto justo en nuestras relaciones con EE.UU. y China, en un contexto en constante evolución. Así, la política exterior argentina debe enfrentar el desafío de implementar una estrategia de horizontes diversos, con características dinámicas. Esto es el mantener relaciones positivas y simultáneas con las potencias establecidas, los nuevos centros de poder -como China-, y el exterior próximo, en un contexto de constante transformación. Esta estrategia no puede ser entonces de naturaleza estática, sino que debe caracterizarse por ser una “diversificación dinámica”, analizando las variaciones de poder a nivel global, y reaccionando adecuadamente para maximizar, en cada etapa y escenario, el interés nacional, es decir el bienestar general de los ciudadanos argentinos.
Se ha dicho que FDR se levantó de su silla de ruedas para levantar a un país que estaba de rodillas. Trabajemos desde ya para que un nuevo liderazgo político pueda levantar a nuestro país por sobre el estancamiento, la declinación relativa, y la desesperanza.
Especialista en relaciones internacionales; miembro consultor de CARI y de Cippec