
Los verbos del poder
El verbo es el músculo de toda narración, decía Flaubert. El secreto de narrar está en la elección de los verbos. Lo demás -por ejemplo, los adjetivos, las descripciones, los diálogos- puede ser espuma. En la política, que es acción, los verbos, más que formar parte del discurso, describen la acción. ¿Cuáles son los verbos clave del gobierno argentino?
Malvinizar . La recuperación de las islas Malvinas es una causa unificadora en la Argentina. Si se la prioriza, es también diversiva de los conflictos de la sociedad. Malvinizar sirve para borrar diferencias, ya que habilita a una suerte de extorsión que la moral del tablón traduce como "el que no salta es un inglés". De pronto, el poder decreta que está en juego la soberanía nacional. Por lo tanto, todo aquel que protesta por algo, disiente o sencillamente se permite hablar de otra cosa, pasa a ser una nulidad inútil a la sociedad, si no un traidor.
El Gobierno tiene internalizado el lema del protagonista de El jugador , de Dostoievski: si se juega, que sea a todo o nada. Néstor Kirchner llevó esa fórmula a su extremo en 2008, cuando reconvirtió una protesta agraria contra la política impositiva en un enfrentamiento agónico, estigmatizando como destituyentes no sólo a quienes resistían la medida fiscal, sino a cuantos la caracterizábamos de manera divergente al Gobierno.
Futbolizar . No hace falta ser un genio para darse cuenta de que el fútbol es la religión de las masas en el mundo. Y no es tampoco difícil advertir por qué. Un partido de fútbol puede ser un espacio de evasión perfecto para millones de personas que no encontramos grato este mundo. El fútbol, dinámica de lo impensado, según la genial definición de Dante Panzeri, es un juego con ingredientes de invención, por lo tanto, de arte. Como tal, lleva alivio al mundo y puede ser una escuela de moral. Esto se ha dicho ya miles de veces. Pero también el fútbol es un tráfico de miserias. El Gobierno usa el fútbol para su provecho coyuntural -léase clientelismo- y por lo tanto consiente sus lacras.
¿Quién limpiará ese establo que es el fútbol profesional argentino si no lo hace el Estado? ¿Es acaso concebible que la AFA se autodepure ? Un hecho atroz sucedido en el verano de 2012 ilustra hasta qué punto el Estado se ha desentendido de los horrores del fútbol: un barrabrava, herido durante una batalla a palazos entre hinchas, yacía en una cama del hospital Santojanni. La barra rival entró al hospital como Pancho por su casa y lo asesinó a cuchilladas. ¡En su cama de un hospital nacional?! No pasó nada. No puede pasar, ya que el Estado, al costo de 1200 millones de pesos, ha comprado el fútbol como paquete integral.
Antagonizar . Esta acción es el corazón mismo del kirchnerismo, tal como lo concibió Néstor Kirchner. Consiste en buscar, para cada coyuntura, al adversario de turno, y a partir de él, realinear las fuerzas propias, al tiempo que se hostiga a quien se ha elegido para confrontar. La audacia y el desparpajo con que se usa este recurso permiten que el antagonista sea rotativo, según la intuición o el cálculo de los cerebros del dispositivo gubernamental. Puede ser un antiguo aliado, puede ser una institución, entidad o persona, enfrentándose con la cual -supuestamente- se obtiene rédito. A veces el antagonista elegido es una persona concreta (el antiguo mentor, Duhalde, o la señora de Noble), a veces es una entidad difusa: por ejemplo, el campo, los medios "hegemónicos", el colonialismo, el neoliberalismo. Cualquier cosa viene bien al poder con tal de agitar un espantajo.
Tampoco se pida coherencia a este mecanismo: el antagonista de hoy es el aliado del pasado. El pretexto elegido ayer para antagonizar -por ejemplo, acusar de traidor a un vice que discrepa del superior- es usado por el mismo Gobierno hoy. Así, un Cobos que desobedecía ayer a la Presidenta era un traidor, pero un Mariotto que discrepa hoy del gobernador es un "defensor del modelo". Sin embargo, el uso indiscriminado y automático de este recurso lo gasta. Por ejemplo, cuando se erigió en antagonista a Jorge Rafael Videla. Usar para ese fin a un muerto político habla del agotamiento de ciertos tics retóricos. Demonizar a un rival en actividad, como Scioli o Macri, es al fin y al cabo un recurso de la política viejo como el mundo (ya puede apreciarse en las sátiras que escribía Aristófanes). Pero resucitar del arcón a un apolillado espantajo como Videla? Como suele decir la Presidenta, is too much .
Cooptar . El diccionario de la Real Academia Española dice que esta palabra significa "llenar vacantes de una corporación mediante el voto de los integrantes de ella". Sin embargo, es otro el uso que le da el habla común y el periodismo en la Argentina, y en toda América latina. Por "cooptar" entendemos "captar a cambio de algún favor". El gran cooptador es el Estado. El kirchnerismo es virtuoso en sacar provecho a la "caja" u otros favores. El kirchnerismo cuenta en su haber con muchos casos de cooptación, desde el de Ricardo Lorenzo Borocotó (cooptado al Pro) hasta Alejandro Fargossi, representante de los abogados en el Consejo de la Magistratura, quien, al acceder al cargo, cambió de alineación permitiendo que el oficialismo retuviera la mayoría, y por lo tanto, la función clave de designar a los jueces.
Silenciar . El kirchnerismo se caracteriza por el dinamismo con el que inunda la opinión pública con su discurso sin fin. La verborrea de la Presidenta, a razón de uno o dos discursos diarios, es la frutilla de ese postre que utiliza el vasto aparato mediático oficial. Se hace un esfuerzo denodado por retener la agenda pública. A veces la realidad le plantea a ese aceitado sistema situaciones incompatibles con la retórica y entonces, de pronto, la vocinglería deviene espeso silencio. Ejemplos recientes: la represión a los movimientos ambientalistas y a los ex combatientes de Malvinas, la red de espionaje interno que operaba una fuerza armada, las revelaciones sobre vínculos comerciales sospechosos del vicepresidente o el autosalariazo de los diputados son situaciones que han concitado sonoros silencios en el oficialismo.
El 22 de febrero, la masacre de Once, mil veces anunciada, sumió a la Presidenta y su gobierno en un espeso silencio. Es que la realidad, con su lívida faz, había irrumpido en la trama. La facilidad verbal de la Presidenta, que habla sin leer, es muy halagada por sus glosadores. Pero cuando tiene que afrontar una tragedia imprevista, ¿dónde está esa verbalidad?
Perdurar . Es el verbo madre. Podría decirse que los demás verbos son formas de conjugarlo. Se malviniza, se futboliza, se coopta, se antagoniza o se silencia para perdurar. Apropiarse del poder es conservarlo. Tal el primer mandamiento del kirchnerismo.
Otrosí digo: estos verbos se ejercen, pero no se nombran. Mejor dicho, reciben otros nombres en la retórica oficial. Así, malvinizar es "defender la soberanía", futbolizar es "poner el deporte al alcance del pueblo", silenciar es "dar prioridad a las causas importantes y estudiarlas a fondo", antagonizar es "hacer avanzar el modelo" y cooptar es "convencer a los compañeros desorientados de las bondades del modelo".
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