
¡Maduró Javi! Ahora es Javier Gerardo
Hay que decirlo: el Gobierno acaba de pegar un espectacular salto de madurez. Como esos adolescentes que un día dejan de hacer adolescenteadas, Javi se está asomando a la adultez política. Habíamos visto indicios, nos ilusionábamos, hasta que volvía a las andadas, los berretines, a golpear la mesa, gritar y salir corriendo para encerrarse en el cuarto. Ahora –cruzo los dedos– todo indica que la cosa va en serio. Tanto que no sé si corresponde seguir llamándolo así, con el cariñoso “Javi”, o debería empezar a hablar de “su excelencia, Javier Gerardo”. OK, no lo dejaré de usar todavía; pero juro ante el santo tarot de Karina que si no hay marcha atrás en el proceso de maduración, nunca más será para mí “Javi”. Será el Pelu.
Ya sé: van a pedirme pruebas de lo que estoy diciendo; del paso de chico caprichoso a pater familias, de la enfermedad infantil del anarcocapitalismo a la canosa razón fría de Estado. Sobra material probatorio, gente. Tiro algunos ejemplos, aunque convencido de que ya con el primero basta y sobra. El dólar. “El dólar flota”, “el valor lo fija el mercado”, “van a ver cómo baja”, decía el Presi, orgulloso y doctrinario. “¿Está barato? Comprá, campeón”, bardeaba Toto Caputo. Yo salí a comprar, y se ve que no fui el único: todas las cotizaciones del billete empezaron a trepar; flotaba cada vez más alto. ¿Preocupación? Tranqui, me dije, estamos en manos de Javi-Toto-Bausili, conocidos en la City porteña como “el triángulo de nitruro de boro de wurtzita” (tuve que googlearlo: es un material más duro que el acero). Si el triángulo de nitruro… no se altera, si es el juego de oferta y demanda, todo bien, a dormir sin frazada, campeón. Pero de pronto vi que metían mano: absorbieron pesos, operaron en la plaza de futuros, licitaron títulos y analizan nuevas medidas. My God. Eso se llama intervenir. ¿Intervención? ¿El Banco Central en la cancha con pantalones cortos y botines? ¿¡¡¡El Estado tratando de bajar el dólar!!!? No entendía nada. Me puse a leer a los economistas austríacos, llamé al prócer Alberto Benegas Lynch (h.), consulté una aplicación de inteligencia artificial… ¿Conclusión? Lo que vengo diciendo: crecieron, se hicieron grandes. Basta de encantadoras recetas libertarias. Basta de jugar a las bolitas. Si los mercados quieren guerra, la tendrán. El comandante Milei se puso al frente de la resistencia. “¡Disparen!”, ordenó. Sobre inversores y especuladores cayó una lluvia de plomo. Como no estaría funcionando, redoblarán la apuesta. Ahora van a tirar con nitruro de boro de wurtzita.
La semana pasada, en Olivos, un empresario se mostró demasiado insistente con el Presi: le pidió una y otra vez que dolarice. No le respondió Javi, sino, circunspecto y responsable, Javier Gerardo: “Che, no me jodas más con eso”.
Aunque presumo que ya no hacen falta más ejemplos, jugaré mi segunda carta. La financiación de la política. Como sabemos, es carísima. En campaña, no les digo nada. Comprar una encuesta, un ojo de la cara; los que además compran los resultados, los dos ojos. Ni quiero pensar, para no quedarme corto, lo que cuesta tener a dos estilistas tope de gama como Pucho Ritondo y el Colo Santilli confeccionando listas en la provincia de Buenos Aires. Karina, hormiguita viajera encargada de armar el partido a nivel nacional, va todos los fines de semana al interior con 8, 10 personas. Imagínense: avión, hoteles, comidas, autos, viáticos, activación de dirigentes… Una fortuna. Que la inocencia les valga: esas cosas, queridos míos, no se pagan con el sudor de la frente. Hay que mover cielo y tierra. Y el infierno también: una empresa de la que hasta diciembre de 2023 era accionista Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados e infaltable ladero de Kari en los viajes, acaba de ganar la licitación para proveer de seguridad al Banco Nación. Por favor, nada de bromas con eso de que van a poner a los Menem a cuidar un banco. El tema es serio: se trata de un contrato de 4000 millones de pesos. La empresa parece que es muy buena, y además no se llama Escuderos de Chacho Peñaloza, sino Tech Security; menos riojana, pero más cool. Otra firma estrechamente vinculada a los Menem obtuvo un contrato de asistencia informática con Osprera, la obra social de los empleados rurales, que Milei mandó intervenir. El interventor es… ¿un Menem? No, mentes podridas. Es un abogado propuesto por Lule Menem. Nombre de la firma: Htech Innovation; es obvio que las relaciones carnales dejaron una fuerte huella identitaria.
Traigo a colación estos dos casos, o el de $LIBRA, porque también demuestran que los amateurs que elegimos para que nos gobiernen se profesionalizaron. Bien: esa obsesión por diferenciarse de la casta los tenía atados de pies y manos. Ahora, esquivando pruritos morales y ñoñerías republicanas, se han puesto desembozadamente a recaudar. Sin recaudación, imposible instaurar el reino de la libertad. Ya lo dice el Evangelio: solo es recibiendo que se puede dar.
Eso sí, muchachos: sean prolijos. No alcanzan las tobilleras para todos.








