El flautista y el alba
El domingo se cumplieron 52 años del álbum debut de Pink Floyd, una de las bandas más exitosas de la música popular. Se llamó The piper at the gates of the dawn (El flautista a las puertas del alba) y fue mayormente concebido por el guitarrista Syd Barrett. Al año siguiente, en 1968, Barrett, con su salud mental cada vez más deteriorada, abandonaría Floyd y sus cuerdas quedarían en las extraordinarias manos de David Gilmour. Barrett falleció en 2006.
El flautista a las puertas del alba sentó buena parte de las bases del rock psicodélico, y aunque se parece poco a los discos posteriores de Floyd, tiene mucho en común con el actual resurgimiento del género y, para sorpresa de los que lo oíamos en nuestra adolescencia como lo más loco que se podía conseguir, suena, medio siglo después, muy actual.
La carrera de Pink Floyd fue tan brillante que es una de las pocas bandas cuyos títulos, íconos y estribillos han pasado a formar parte de la cultura general. En 1973 lanzaron uno de los discos más valorados y vendidos de la historia (ocupa el cuarto lugar), El lado oscuro de la Luna, cuya tapa es un símbolo fácil de reconocer. En 1979 sacaron The Wall, una obra maestra que sigue dando lecciones. Justo eso de lo que The Wall renegaba.