Facturas
Al final de sus vacaciones de verano, Mauricio Macri reapareció rodeado de un grupo de partidarios en Villa La Angostura y descargó sus responsabilidades en ministros y asesores sobre la crisis de endeudamiento, que le arruinó su aspiración de reelección. Hizo lo que tantos otros dirigentes: puso todas sus responsabilidades en otros. No se hizo cargo.
Alberto Fernández aprovechó el fallido y lo puso en evidencia. Detrás de él, el kirchnerismo ladró el regreso del expresidente. No hubo macristas que salieran a defenderlo.
Como para zafar del mal momento, ayer, la FIFA anunció que Macri será el presidente de su fundación. En apenas una hora, el "mundo" del fútbol argentino rechazó la designación en un repentino coro tuitero, con voces solistas tan destacadas como los presidentes de Boca (nada menos), River y San Lorenzo. El rechazo incluyó a la venerable AFA y a la reciente (¿y efímera?) Superliga, cuya creación como un ente separado fue impulsada por el propio Macri. Las facturas al expresidente no rozaron la pelota, pero enjuiciaron y condenaron su gobierno en los escasos caracteres que permite Twitter. Pocas palabras para comprobar la brutal diferencia entre seguir e irse del poder.