El dilema moral de pedir delivery
Los aplausos a los trabajadores de la salud contrastan con los cuestionamientos a las decisiones de la OMS y las recomendaciones de la burocracia sanitaria. El cumplimiento del aislamiento desafía la desesperación por sus efectos económicos. La aceleración de la crisis global y la esperanza por las respuestas técnicas, estadísticas y científicas se vuelven una paradoja ante la imposición de un suspenso en la actividad.
En ese contexto, la ética individual se proyecta más allá del encierro, el uso de barbijos y el lavado de manos. El jueves, The Atlantic se preguntaba: "¿Es ético pedir comida durante la pandemia?". Se sumaba a una nota de The New York Times sobre los empleados de reparto. Pequeños locales, restaurantes prestigiosos, comercios de barrio, solidarias compras futuras, cadenas de pago interrumpidas se cruzan ante una pregunta meses atrás absurda... "La clave es ser atento, consciente y agradecido en todas nuestras interacciones sociales", aportaba una profesora de Filosofía en Stanford. Ni las ciencias morales descubrieron aún cómo comportarse ante el virus.