Hablemos sin saber
Como certera y bizarra parodia del panelismo que predomina en la televisión, en el programa Peligro Sin Codificar pudo verse durante varios años un espacio cuyo título resumía todo: Hablemos sin saber.
En los días del coronavirus, el estilo de aquel programa tiende a replicarse en la televisión, en los sitios digitales y, por supuesto, en las redes sociales. Pero con un problema: en la mayoría de los casos no está claro que se trate de programas humorísticos. Muchos hablan en serio o creen hacerlo. Están los que saben poco, hablan mucho y enfatizan la gravedad de la pandemia. El coro también incluye los que, desde la cumbre de una sabiduría incomprobada, subestiman la importancia de los casos en la Argentina y el mundo, y las consecuencias económicas y sociales que conlleva la crisis sanitaria.
En medio de tantos aficionados, apenas logran asomar la cabeza los infectólogos reconocidos, los sanitaristas con experiencia y formación y, por cierto, los periodistas y los medios ocupados en contar antes que en exagerar o minimizar hechos tan extraordinarios como la mayor cuarentena de la historia.
Curarnos y prevenirnos de las noticias falsas y de las opiniones inválidas es también una forma de salud pública.