Los hijos más feos del planeta
Una cosa es el deseo de belleza. Otra muy distinta, la voracidad. Jiang Feng –un sujeto obsesionado por ella, como se verá– buscó una esposa bella para formar una familia de bellos chinos. Su desventura empezó con la llegada de sus hijos. "Mi esposa ha dado a luz a los niños más extremadamente feos del mundo", declaró sin contemplación por la autoestima de ellos. Y demandó a su esposa por infidelidad.
El análisis de ADN confirmó que los tres (una niña y dos niños) eran hijos biológicos del matrimonio. Entonces, la esposa de Jiang confesó, entre lágrimas, la causa de la fealdad de sus vástagos: ella le fue fiel, pero nunca le contó que antes de conocerlo se sometió a un gran número de cirugías estéticas para "corregir" sus pómulos y sus párpados. Jiang la demandó por su engaño y el tribunal le dio la razón al esposo. Su mujer debe indemnizarlo en 120.000 dólares.
Para los griegos, la belleza era el signo del bien y la verdad. Hoy es uno de los pocos poderes indiscutidos de este mundo. También es, al mismo tiempo, un pretexto para toda bajeza humana.