Protector de los pueblos libres
¿Quién fue Artigas, adorado por la plebe de ambas márgenes del río anchísimo, que estableció alianzas con otros gobernadores insumisos a la prepotencia porteña que lo proclamaron el "protector de los pueblos libres", como Estanislao López, Pancho Ramírez, Juan Bautista Bustos y otros, quienes se opusieron a las pretensiones de los "doctores" de Buenos Aires de imponer su dominio económico, político y cultural a las demás Provincias Unidas? Su proyecto era la organización federal, la unión con otras naciones americanas, la impostergable y no negociable independencia de España. Acataba las decisiones de las asambleas populares y fue un pionero de la repartición de tierras a los más humildes.
Quizá lo más importante: significó el intento más serio de incorporar a las masas populares a la Revolución de Mayo, contradiciendo la orientación elitista y oligárquica de quienes se adueñaron de ella y se consideraron sus fieles intérpretes. Aquellos que pensaron lo que escribió V. F. López al referirse a los caudillos y sus montoneras: "Esas masas informes y groseras, brutales por hábito y por instinto, venían pues fatalmente preparadas a tomar su parte propia en la insurrección".
Se destacó en el regimiento de Blandengues durante las invasiones inglesas. Una vez declarada la Revolución de Mayo, cruzó el río y se puso a las órdenes de los patriotas y colaboró con sus montoneras en el sitio a un Montevideo leal al rey de España. Cuando el Triunvirato retiró sus tropas unilateralmente, comenzó su conflicto con los gobiernos de Buenos Aires. El caudillo oriental, indignado, ordena el repliegue de sus milicias y se inicia entonces uno de los hechos más asombrosos de la historia americana: la "Redota", la larga marcha de los orientales siguiendo a quien ya reconocían como su líder indiscutido.
Artigas llega al Ayuí (Entre Ríos) con 16.000 hombres, mujeres y niños. Escribe entonces a la Junta de gobierno paraguaya: "Cada día veo con más admiración sus rasgos singulares de heroicidad y constancia [se refiere al pueblo oriental]. Yo llegaré muy en breve a mi destino con este pueblo de héroes, y al frente de seis mil de ellos que obran como soldados de la patria".
En el Congreso de Tres Cruces, el 5 de abril de 1813, Artigas expresó ante la multitud reunida: "Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa ante vuestra presencia soberana", es decir, el poder era del pueblo y él era sólo el delegado. Allí se decidieron por el voto de todos las instrucciones a la Asamblea del año XIII, uno de los primeros antecedentes mundiales de voto universal. Los representantes artiguistas fueron rechazados: lo que irritaba a los porteños y sus aliados de las oligarquías provinciales era la insistencia en que las Provincias Unidas debían declararse independientes de inmediato, lo que no se haría hasta 1816; constituirse en una federación de Estados autodeterminados sin el predominio de ninguno de ellos (Buenos Aires); que las rentas de la aduana debían ser nacionalizadas en beneficio de todas las provincias y no del exclusivo provecho de Buenos Aires. Como si esto no bastara, exigía que la capital de las Provincias Unidas no estuviera en Buenos Aires.
Cuando gobierna en Montevideo, el "protector de los pueblos libres" lleva a cabo la primera reforma agraria en América latina. Se decidió que en la repartición de tierras incautadas a los españoles "los más infelices serían los más privilegiados" y se incluyó en el reparto a "los negros libres, los zambos de toda clase, los indios y los criollos pobres".
Un hecho poco conocido es que los "pueblos libres" artiguistas, la Banda Oriental, Misiones, Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe y parte de Córdoba, reunidos el 29 de junio de 1815 en el Congreso de Oriente en Concepción del Uruguay (Entre Ríos) declararon la independencia de las Provincias Unidas "de España y de toda otra nación extranjera", un año antes de Tucumán, al que no concurrieron. ¿Cuál de los dos Congresos tuvo mayor representatividad?
La Banda Oriental debió soportar la invasión portuguesa desde el Brasil, que contó con la ominosa colaboración de las clases dominantes orientales y porteñas, decididas a todo con tal de desembarazarse del caudillo oriental y también sumisas a las estrategias de Gran Bretaña, aliada de Portugal, en el Río de la Plata. V. F. López escribió que al entrar a Montevideo los invasores "fueron recibidos con los brazos abiertos por el vecindario y todos aquellos habitantes afincados, de honorable familia y de intereses urbanos, porque había llegado como protector de vidas y haciendas, a salvarlos de los atentados de Artigas".
El Protector, acosado, apela a la devoción y al coraje de los suyos para sostener el triple frente de batalla contra los realistas que desean rescatar la colonia para la Corona, los portugueses que se proponen anexar el territorio a su imperio, y los porteños que no están dispuestos a renunciar a su poder y su riqueza en beneficio de los intereses provinciales y populares.
En 1820, cuando López y Ramírez derrotan a Buenos Aires en Cepeda, es tiempo de esperanzas para Artigas; sin embargo, las tramoyas porteñas logran romper esa poderosa alianza federal y harán que sus jefes se enfrenten entre sí. Al final del sangriento calvario que lo arrastró hacia el Norte, implacablemente perseguido por Pancho Ramírez, que de subordinado pasó a ser su verdugo, el caudillo oriental se interna en el Paraguay, donde pasará los últimos treinta años de su vida, pobremente, dedicado para subsistir a labores agrícolas, negándose a volver a su patria, a pesar de que el Uruguay era ahora un país independiente.
Para ser verdaderamente una revolución, al putsch de criollos y españoles integrantes de la clase "decente" rioplatense que fue Mayo le faltaba pueblo. Eso fue lo que intentó aportar José Gervasio Artigas, y ésa fue la razón del precio que pagó en la vida y en la historia.
© La Nacion