El presidente de la nación más poderosa del mundo descarga su artillería verbal por Twitter , y las monedas emergentes se sumergen. Un gobernador llama a la unidad de su partido por Twitter. Candidatos a los cargos máximos de la república, aquí y afuera, vomitan tuits embarrados de insulto y descalificación. Insultos, así, a bocajarro, sin el más leve don de gentes, sin mínima educación, sin aunque sea una pátina de corrección o de elegancia. Y siempre por la red del pajarito azul. Dato no menor: las celebridades se trenzan a menudo en disputas igual de vergonzosas y poco edificantes. Por Twitter, para variar. Los diarios titulan, las radios propalan, las bolsas se desploman, el dólar se dispara o tirita, todo por un par de tuits.
Desde luego, habrá también conferencias de prensa, declaraciones oficiales y tratados firmados de puño y letra. Más puño que letra, últimamente. Pero la política muestra un síntoma preocupante cuando depende tanto de la suerte de una compañía que cotiza en Wall Street.
Su símbolo en la Bolsa de Nueva York es TWTR. Ayer, su acción rondaba los 38 dólares. Casi dos dólares menos que cuando hizo su oferta pública general y cerró a 44,90, el 7 de noviembre de 2013. Parece que fue ayer.