Palabra de Alberto
"Terminemos con las payasadas. Les pido a los jueces y fiscales que hagan lo que deben"
Alberto Fernández
Durante muchos años se han publicado rankings de los oficios más peligrosos. Hay coincidencia mayoritaria en que los trabajadores que más se juegan la vida son los mineros, los pilotos de avión, los bomberos, los policías y los pescadores de alta mar. Eso, hasta hoy. Mañana se suma el de escriba de discursos presidenciales.
¡Qué coraje, qué arrojo hay que tener para escribirle a Alberto Fernández el discurso de apertura de sesiones del Congreso!
Mañana será su segundo mensaje como presidente frente a la Asamblea Legislativa. He ahí el problema. Los primeros siempre son más fáciles: una parte son críticas al gobierno anterior, otra son loas al pasado partidario y otra son promesas, muchas promesas.
Como en 2020 Alberto se topó de frente y sin aviso con la pandemia –por culpa de Ginés, que negaba el coronavirus, a Wuhan y los murciélagos–, seguramente le adjudicará al Covid-19 toda la culpa por las promesas incumplidas.
El dilema mayor que tendrá el escriba es cómo remontar aquellos párrafos del discurso de hace un año en los que Alberto entregaba su corazón cuando decía:
“Toda simulación en los actos o en los dichos [de dirigentes] representa una estafa al conjunto social que honestamente me repugna.
“Gobernar no es mentir. Es admitir la verdad y transmitirla tal cual es para transformarla en favor de una sociedad que se desarrolle en condiciones de mayor igualdad.
“No busco revanchas. Necesito que todos asumamos la verdad que nos toca.
“Somos un gobierno de científicos, no de CEO.
“Vengo a asumir un compromiso que jamás quebraré. Venimos a ponerles fin a la designación de jueces amigos, a la manipulación judicial, a la utilización política de la Justicia y al nombramiento de jueces dependientes de poderes inconfesables de cualquier naturaleza.
“La crítica situación del sistema jubilatorio nos obliga a evitar mayores inequidades. En la Argentina, ya no hay lugar para los privilegios.
“El equilibrio es restablecer prioridades”.
No nos queda otra que desearle mucha suerte al señor escriba del discurso de mañana. Si le sale bien, es probable que dispute con el encantador de serpientes un lugar importante entre los oficios de temer.