Película repetida
Como peces. Desde el aire, el atasco de botes parece un apretado cardumen, un eco de la pesca que los dueños de esos barquitos no están pudiendo obtener. Hay cuarentena en Bangladesh. Confinamiento, la palabra que oprime al mundo desde hace un largo año y medio. La variante Delta (esa cuya amenaza nos respira tan cerca, del otro lado del mundo) puso contra las cuerdas al país asiático vecino de la India. Hubo un cierre severo en julio, que se levantó durante una semana, a fines de ese mes, para que la población pudiera celebrar el Festival Eid al-Adha. Las mezquitas rebosaron de fieles, las vestimentas ceremoniales se pudieron lucir, miles se fundieron en el abrazo de la celebración colectiva. Pero al virus poco le importan esas necesidades humanas. La curva de contagios aterra y los bangladesíes afrontan –película repetida– el encierro y la pobreza que viene con él.