Río
El río está ahí para ser cruzado. No es profundo, tiene secretos fáciles de descubrir para un navegante, es el más ancho del mundo, pero de un rato para otro se llega a la otra orilla. El Río de la Plata ha visto pasar toda clase de gente y cualquier tipo de carga. Tan eterno como él es la ausencia de rigor para registrar esos viajes desde el desembarco de los españoles. Es tal vez por eso extraño que llame la atención que Ernesto Clarens, el financista de la familia Kirchner, sea también un experto motonauta aficionado a cruzar hasta la costa oriental, una y otra vez.
Clarens no fue el único ni mucho menos el último que tiene un servicio bolso a bolso, lancha a lancha, que en las últimas décadas fugaron a Uruguay miles de millones de dólares. Parte de esos desembarcos sin control, en botes, yates y, también, en veleros deportivos puede verse hoy en muchos de los edificios que transformaron el skyline de Punta del Este o en las "inversiones" agropecuarias de sociedades con nombres de fantasía. Una gran parte, tal vez la mayoría de esos bolsos clandestinos, se convirtieron en dinero virtual y viajaron hacia otros paraísos fiscales hasta perderse en cuentas fantasma. Rápido, simple y normal.