Signo de los tiempos. El Prometeo que fue de la tele a la guerra
Volodimir Zelensky recrea el arquetipo del héroe que se sacrifica para bienestar de la humanidad
El diario ucraniano Kyiv Post publicó como balance del año de guerra una foto de Volodimir Zelensky desdoblada. En una mitad se ve la cara lozana de uno de los presidentes millennials y en la otra el rostro adusto y con barba. En la imagen de la izquierda se adivina el traje oscuro de la diplomacia global y a la derecha, la camiseta verde oliva que se convirtió en un icono de la guerra. La composición es tan perfecta que la boca tanto adivina una sonrisa como un rictus de estrés acumulado. La leyenda que acompaña la composición dice “365 días. Él cambió. Ucrania cambió”.
El título hace referencia a un cambio que parte de Occidente hoy escandalizado por la guerra desconoce. El ascenso al poder de personas corrientes cuenta con la mala fama que le dejan los Trump o Bolsonaro de la política. De hecho, Zelensky fue tratado como uno del clan en una campaña intensa en contra de su candidatura. Al comienzo de la guerra volvieron a circular furiosamente las imágenes que ridiculizaba a Zelensky por su participación en un concurso de baile, o en situaciones fraguadas. La propaganda rusa de 2022 se parece demasiado a aquella de 2019, especialmente en sus prejuicios contra la homosexualidad que sugerían los memes en contra del líder ucraniano. La propaganda puede ser anónima pero las coincidencias son demasiado evidentes.
Artista y productor televisivo desde 1997, Zelensky se consagró en 2015 con la serie satírica Servidor del pueblo, por el nombre que se daban los burócratas del viejo régimen. Con el guion de su mujer, Olena Zelenska, cometieron la gran insolencia de reírse del totalitarismo, que no se caracteriza por su sentido del humor. A lo largo de las temporadas se mofan de los acuerdos con el FMI, de los cargos hereditarios, de bancos que no devuelven el dinero, de la corrupción con la construcción de caminos, parlamentos que son una farsa pero que acusan a la prensa de ser víctimas de fake news. Se entiende por qué la serie puede verse en muchas partes, como entendieron las plataformas que hoy la exhiben con todas sus temporadas.
El héroe esperado
El éxito de la serie vino a confirmar el triste diagnóstico de la Ucrania que gobernaba Petro Poroshenko y jugándose a que ese respaldo se tradujera a votos en 2019 Zelensky se presentó a elecciones con un partido que, previsiblemente, se llamó Servidor del pueblo. En la primera vuelta para el presidente en ejercicio obtuvo 16% de los votos frente a 30% para el candidato que se presentaba como “una persona común que vine a romper el sistema”. Que en segunda vuelta venció por el 73%.
La vida real copiaba a la ficción del profesor inexperto que de pronto llega al poder. Los primeros años de gestión de Zelensky, como en la serie, no pudieron romper años de corporativismo político y sindical. En la ficción y en la realidad Ucrania infructuosamente pide ser parte de la Unión Europea y vaticina un futuro desmembrado en estados distópicos. Lo que no imaginaba Putin es que su prepotencia sería el golpe promocional que necesitaba Ucrania para que el mundo supiera que quería ser europea.
Sin entrar en valoraciones del desempeño de Zelensky como líder antes y después de la guerra, la dualidad que pone de manifiesto la foto partida del Kyiv Post es del mundo desdoblado. El diario mismo es el primero de Ucrania en inglés y fue fundado casi al tiempo que la productora Kvartal-95 de los Zelensky.
Un mundo desdoblado
Sin entrar en valoraciones del desempeño de Zelensky como líder antes y después de la guerra, la dualidad que pone de manifiesto la foto partida del Kyiv Post es del mundo desdoblado. El diario mismo es el primero de Ucrania en inglés y fue fundado casi al tiempo que la productora Kvartal-95 de los Zelensky. Se trata de generaciones que ya se piensan globalizadas y que reniegan de los mandatos del pasado. Más allá de la situación bélica, la amenaza que evidencia el líder ucraniano que las viejas aristocracias políticas tienen sus días contados cuando la ciudadanía toma la cosa pública por su cuenta.
La mitología clásica tomó el mito de Prometeo para transmitir la parábola del titán que robó el fuego a los dioses para entregárselo a los hombres. El dios supremo (que no era Putin, sino Zeus) decidió castigar la insolencia de permitir a los mortales acceder a la llama. A ellos les mandó todas las plagas a través de Pandora. A Prometeo lo encadenó a una montaña para que un águila le comiera el hígado que, como era inmortal, la convocaba eternamente. Desde entonces Esquilo, Lord Byron, Mary Shelley, André Gide y el matrimonio Zelensky recrean el arquetipo del héroe que se sacrifica para bienestar de la humanidad. La parábola universal advierte que quien se anima a desafiar el orden instituido será castigado. La humanidad sabe, también, que será el héroe esperado.