Sobre 'Cristina y sus cachorros' y el exabrupto de XL semanal
NOTA : Después del siguiente texto , la revista española retiró la firma de Laura Di Marco y dejó la de Sylvina Walger.
Con la expropiación de YPF y el ascenso de la estrella de Axel Kicillof como nuevo cerebro económico de Olivos, el rol de La Cámpora dentro el gobierno argentino se convirtió en una fuente sorprendente de curiosidad para los medios españoles: del otro lado del océano, ahora todos quieren saber quiénes son esos muchachos influyentes, que rodean y marcan territorio al lado de la Presidenta. Es a raíz de este repentino interés que varios medios españoles me entrevistaron, en los últimos días, por del libro "La Cámpora", de reciente publicación , sobre todo después del episodio con Repsol.
Y, si bien la mayoría lo hizo con seriedad y profesionalismo, uno de ellos, la revista XL Semanal , rompió las reglas más elementales de la ética periodística de una manera brutal, produciendo un daño, no sólo a mí, sino al oficio en su conjunto que, como sabemos, se volvió en un apetecible blanco a destruir porque, al parecer, es el único límite que el Gobierno encuentra en su camino. Porque está claro que, cuando sucede una mala praxis de semejante proporción, es el periodismo el que queda expuesto, aún quienes trabajamos día a día con autocrítica, y sin querer ser funcionales a ninguna trinchera.
Los hechos sucedieron así: el suplemento XL semanal , que acompaña al diario español ABC, pero también a muchos otros del interior del país — es decir, es ampliamente leído en España — publicó una nota horrorosa, baja, y escrita de manera obscena, titulada "Cristina y sus cachorros", y no tuvo mejor idea que atribuírmela a mí, junto a la periodista Sylvina Walger. Ignoro si hablaron con mi colega y de qué hablaron, pero algo es seguro: en la entrevista conmigo no se habló jamás del esperpento, que luego decidieron publicar, sin siquiera consultarme. Ni siquiera rozamos el tema de la intimidad de la Presidenta.
Con frases agraviantes, que jamás utilizaría porque no forman parte de mi estilo, ni de la forma en que concibo el periodismo, decidieron escribir, con mi firma al pie, como si hubiera escrito una columna, una pancarta con insultos, y un relato sobre la intimida de la Presidenta, que no sólo no suscribo, sino que me parece de una bajeza incalificable.
Si tengo críticas al Gobierno -que las tengo-, las fundamento con argumentos, hechos y datos concretos, producto de una investigación previa. Así trabaja el periodismo serio, y a esa ética aspira. Aspiramos. De lo contrario, estaríamos haciendo lo mismo que criticamos.
Demás está decir que este exabrupto de XL semanal, si a alguien ayuda es al propio Gobierno en su guerra contra la prensa. Los periodistas filo-oficialistas, la tomarán (de hecho, lo vienen haciendo con mucho entusiasmo militante y placer, como si tuvieran entre manos una nueva golosina) como prueba irrefutable — falsa prueba— de la degradación en la está sumergido todo periodismo. Una supuesta degradación, que sólo favorece al Gobierno.
Porque lo más triste de esta historia es que el tiro en el pie no partió de la actual administración, ni de algún otro poder, como podría esperarse, sino del propio periodismo. Aunque esta vez, la bala envenenada vino desde el otro lado del océano.
Más que una mala praxis, es una enorme pena.
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