
Soledad, una epidemia moderna
A medida que se extiende la expectiva de vida, aumenta la cantidad de personas que se encuentra solas y plantean un desafío a la sociedad
"Epidemia de soledad", titulaba hace unos meses The New York Times (NYT) un artículo que ahonda en los nefastos efectos que puede tener este estado sobre la salud cuando no es deseado.
Desde lo conceptual, la neurociencia plantea que no es lo mismo la soledad, ligada a la percepción propia, que el aislamiento, referido a la medición objetiva de relaciones e interacciones, aunque está claro que pueden darse juntas. Fisiológicamente, investigadores del Massachusetts Institute of Technology (MIT) identificaron una zona en el tallo cerebral que sería donde se generan los sentimientos de soledad. Esta región era, hasta hace poco, sólo conocida por su vínculo con la depresión.
El tema sólo disparaba un abordaje psicológico o sociológico pero, afortunadamente, la mirada médica en la materia ha ido sumando peso propio últimamente. Estudios recientes dan cuenta de que la mortalidad temprana se incrementa un 26% en personas que atraviesan soledad, un 29% en personas que atraviesan aislamiento social y un 32% en quienes viven solos. Se trata de un riesgo mayor que el que acarrea la obesidad. La enfermedad cardíaca y el riesgo coronario, asociados a la soledad y al aislamiento social, sugieren asimismo peligrosas correspondencias. Se mencionan también el aumento del cortisol u hormona del estrés, y modificaciones en la producción de glóbulos blancos.
El sistema de salud pública se ve jaqueado por esta epidemia moderna. Hay una clara conexión entre la soledad y la utilización de servicios médicos. Se ha comprobado que, en adultos mayores, la soledad crónica aumenta tanto la enfermedad como el empleo del sistema de salud.Son muchos los pacientes que concurren al consultorio porque se sienten solos más que por necesidades de salud.
El tema es por demás complejo e impostergable de cara a una pirámide poblacional con esperanza de vida en aumento y bajos índices de natalidad, que irá tornando más urgente la necesidad de dar respuestas efectivas y afectivas. ¿Qué se puede hacer en la prevención de este mal? Lo primero es capacitar a los médicos para que puedan integrar los factores sociales a las evaluaciones clínicas.
El artículo del NYT menciona la "Línea de la Amistad" en San Francisco, el proyecto Oprah que sumó el apoyo de destacadas figuras a la campaña que alentaba un llamado "Simplemente para saludar", junto con "La Línea de Plata" que ofrece atención telefónica las 24 horas para los mayores, todos los días del año, a través de una red de más de 3000 voluntarios, estas últimas en el Reino Unido. En Londres, otra entidad ofrece 400 distintas alternativas de actividades (costura, debates, ejercicio, clases de computación, etc.) además de promover visitas a los domicilios de los mayores para incentivarlos a salir y también a participar.
Mucho más se podrá hacer si dejamos de esperar que todo surja desde la órbita del Estado. En el Reino Unido, entendieron la importancia de concientizar y difundieron una campaña que proponía mayor involucramiento bajo el slogan "la soledad tiene que ser un asunto de todos". Si pudiéramos dedicarles un poco de tiempo, un rato de compañía, un abrazo o simplemente un llamado, descubriríamos el enorme tesoro que anida en las vidas añosas cargadas de riqueza. "La experiencia cuenta" es el programa que desde el Ministerio de Desarrollo Social promueve elintercambio de saberes entre jóvenes y adultos mayores.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) calcula que para 2050 los mayores de 60 años serán el 25,3% de la población total. Los efectos políticos, sociales y económicos de este nuevo escenario aún no terminan de comprenderse en su verdadera magnitud. Por eso, urge trabajar en un profundo cambio de mentalidad, también en el seno de las familias, para acompañar los nuevos paradigmas. Encarar con tiempo, prudencia y realismo la situación de la llamada tercera edad, nos abrirá un auténtico abanico de oportunidades.