Desde estas columnas, renovamos nuestro apoyo a la segunda edición de la Semana del Legado Solidario, que se celebró entre el 9 y el 15 del corriente mes. Muchos países europeos instituyeron el Día Internacional del Legado Solidario el 13 de septiembre.
Prestigiosas instituciones como Cáritas, AMIA, Cruz Roja Argentina, Fundación Gottau, Fundación Sales, Don Orione y Unicef se unieron para concientizar sobre este insustituible instrumento, valiosísima fuente de recursos para las organizaciones de la sociedad civil, que no se encuentra aún muy difundido entre nosotros.
El modificado Código Civil elevó de un quinto a un tercio del patrimonio lo que puede donarse por fuera de lo que irá a los herederos forzosos, si los hubiera. Bienes inmuebles (departamentos, casas, terrenos), bienes muebles (joyas, vehículos, dinero), instrumentos financieros o depósitos bancarios, rentas o derechos intelectuales pueden asignarse a una OSC a través de un testamento, abriendo las puertas a un gesto altruista al final de la propia vida. Sin embargo, sobre un total de más de 9 mil testamentos registrados en 2017, apenas el 0,3% se destinó solidariamente a una OSC, esto es solo una ínfima parte, lo cual revela que no hay clara conciencia sobre esta posibilidad. El procedimiento es sencillo, económico y útil y los escribanos pueden brindar asesoramiento al respecto.
Ante la vacancia de herederos, los bienes derivan al Estado y, ante esta incertidumbre, las personas pueden contemplar darles un destino cierto y generoso, que los trascienda. Para muchos, será una forma de continuar su vínculo con obras que acompañaron en vida. Para otros, será una alternativa tal vez impensada que se abre al leer estas líneas. Cualquier legado solidario, por pequeño que sea, puede activar un gran cambio.
Apoyar el trabajo de organizaciones que comparten nuestro ideario o nuestro compromiso es mantener vivo nuestro deseo de contribuir a un mundo mejor. Cuando ya no estemos, nuestra vida habrá servido para dar más y mejor vida a otros.
