Tercera edad: más que un problema, una oportunidad
El fenómeno del crecimiento explosivo del colectivo social al que se ha dado en llamar "la tercera edad" promete colocarse al frente de las modas temáticas culturales en el transcurso de los 25 próximos años.
Se trata de un fenómeno mundial, y queda claro que no se circunscribe a los países desarrollados. En lugares como Brasil, México o China, ya se están citando anticipos de un panorama demográfico que hace variar aceleradamente la llamada pirámide poblacional.
En lo que respecta a la Argentina, el Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (Celade) de la Cepal calcula que para 2050 los mayores de 60 años serán el 25,3% de la población total. Este aumento se contrastará con la evolución del rango etario de 0 a 14 años, que será superado en número por los mayores de 60 a partir del año 2035.
Las razones de este fenómeno parecen obvias: una esperanza de vida en ascenso aliada con unos índices de natalidad cada vez más bajos.
Desde hace años, el tema ha ido abriendo camino en los estudios sociales y económicos. Sin embargo, podemos afirmar que aún no se ha tomado conciencia exacta de la urgencia con la que debe ser encarado por los gobiernos, en respuesta a su real dimensión demográfica y, por lo tanto, sus efectos políticos, sociales, y económicos.
No se trata de la llegada de una catástrofe ni mucho menos. Sí representa y requiere de un profundo cambio en la forma de pensar la sociedad, la familia y la educación.
Unas pocas pautas pueden ayudar a emitir criterios eficaces a la hora de investigar el tema y, sobre todo, a tomar decisiones tanto a nivel de las empresas como del gobierno.
Existe la urgencia de encarar y resolver una situación que anteriormente nunca se había planteado en ninguna parte del mundo. Si bien ya se han iniciado investigaciones sobre la naturaleza y los cambios que implica este fenómeno sobre los hábitos de consumo y educación, y sobre la oferta de todo tipo de servicios inmateriales, aún resultan en extremo insuficientes. Es muy recomendable intentar definirlo con seriedad y profundidad, para, colocándolo en un contexto realista, luego poder diseñar una respuesta adecuada que redunde en un incremento del bienestar general.
La sociedad en su conjunto -también la Argentina- debe tomar conciencia de que está en juego la asimilación oportuna de una segura situación, que si se encara con tiempo, prudencia y realismo, puede pasar de ser un problema a convertirse en una oportunidad. El adulto mayor debe dejar de aparecer en la sociedad meramente como un jubilado o un consumidor pasivo, para adoptar una función que permita aprovechar y disfrutar de su experiencia y sabiduría.
Por otro lado, la capacidad de trabajo y de reflexión ya no se difumina cuando la persona transita su sexta década, sino más cerca de los 70-75 años. Todo lo contrario, ésta es la edad de la reflexión y el consejo, de la invalorable transmisión de la sabiduría. La familia ha sido tradicionalmente un factor importante para apoyar a las personas mayores, y la buena disposición existe, pero lo que a menudo está ausente es el conjunto de ideas, prácticas, actividades manuales y deportivas que pueden contribuir a posicionar a la persona mayor en este rol de transmisión de su conocimiento, que a su vez se conlleva con una vida inmensamente feliz. La elaboración de estas iniciativas ayudaría a muchas personas a acercarse a este ideal de bienestar.
Hay algunas señales que indican que la forma más eficaz de abordar el asunto del envejecimiento de la población sería centrarse en la familia, donde existe un poder vocacional con enorme potencial para ser utilizado y apoyado.
Un reto muy atractivo puede consistir en reconciliar la maduración de nuestra sociedad, que es un fenómeno universal, con el desarrollo político, social y económico de las nuevas sociedades del futuro. Lo antedicho no deja de ser la formulación de un deseo muy general, pero se trata de un deseo que debe ser desgranado a través de iniciativas, proyectos e innovaciones que tendrán mucho que ver con lo educativo: en especial, con el enfoque a adoptar por las ofertas universitarias.
Esto último es exactamente lo que se está analizando en muchas instituciones educativas hoy en Europa. ¿Por qué no emprender algo parecido en nuestro país? Ésa es la discusión que propone el congreso "Descarte vs. inclusión, hacia una resignificación del adulto mayor", que se realizará el mes que viene en la Legislatura porteña. El envejecimiento encierra potenciales de riqueza económica, innovación y crecimiento.
Ex rector y profesor emérito de la Universidad Austral
José Luis Gómez López Egea