
Turismo y ecología
Por Federico J. Caeiro (h.) Para La Nación
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El traspaso de Parques Nacionales de la órbita de la Secretaría de Política Ambiental y Desarrollo Sustentable a la Secretaría de Turismo de la Nación despierta interrogantes sobre la posibilidad de compatibilizar dos esferas que tradicionalmente suelen presentarse como opuestas: protección del medio ambiente y desarrollo económico.
Más específicamente, ¿se podrá lograr el desarrollo de un turismo que sea sustentable?, ¿se podrá compatibilizar la generación de ganancias económicas provenientes del desarrollo de la industria turística y del uso de los variados recursos existentes en los parques nacionales con la protección de éstos?, ¿puede la explotación turística de los parques nacionales ser amigable con el medio ambiente del cual depende?
Para que estas preguntas tengan una respuesta positiva, será necesario, aunque no suficiente, que el futuro directorio de la Administración de Parques Nacionales piense y actúe de manera sustentable, de forma tal de poder alcanzar un equilibrio económico-ambiental.
La ley 22.351 de parques nacionales permite "el otorgamiento de las concesiones para la explotación de todos los servicios necesarios para la atención del público". Asimismo menciona "el establecimiento de regímenes de acceso, permanencia, tránsito y actividades recreativas en los parques nacionales, monumentos naturales y reservas nacionales", con control de su uso. Finalmente, la misma ley otorga a la Administración de Parques Nacionales autoridad exclusiva en la autorización y reglamentación de la construcción y funcionamiento de hoteles, hosterías, confiterías, entre otras posibles instalaciones turísticas.
La "ecoecoamistad"
A los efectos de encauzar el desarrollo del turismo en los parques nacionales hacia uno de tipo sustentable vale la pena recordar uno de los principios legales propuestos por el grupo de expertos internacionales a la Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo de las Naciones Unidas. El principio de "conservación y uso sustentable" para la protección ambiental y el desarrollo sustentable formula que "los Estados deben mantener los ecosistemas y procesos ecológicos esenciales para el funcionamiento de la biosfera, deben preservar la diversidad biológica y deben observar el principio del rendimiento sustentable óptimo en el uso de los recursos naturales vivos y de los ecosistemas".
El seguimiento de aquel principio indica el establecimiento de niveles óptimos de uso de los recursos naturales que tengan en cuenta la relación entre los niveles de oferta disponible y el consumo de aquéllos a través del tiempo. En otras palabras, la explotación económica de los recursos naturales existentes en los parques nacionales debe ser consciente de la dependencia dinámica que hay entre uso y explotación, por un lado, y disponibilidad, por el otro. El "negocio" no es negocio cuando no tiene ya nada más que ofrecer. Una explotación de los recursos naturales que vaya más allá del punto óptimo sustentable se enfrentará irremediablemente con el fin de su negocio.
Por eso, cuando se otorguen permisos de construcción, concesiones para la explotación de servicios turísticos y demás "autorizaciones" para el desarrollo del turismo en los parques nacionales, deberán considerarse las variadas capacidades y características de los recursos naturales por "aprovechar" si se pretende, como debería ser, que el negocio sea sustentable en el tiempo. La cuestión ecológica y ambiental no es menor. Y está claro que no es secundaria a la cuestión económica. Van de la mano, tanto que deberíamos empezar a hablar de la "ecoecoamistad".
Se desprende de lo anterior que la estrategia de manejo de los parques nacionales debe tener en cuenta el concepto de intertemporalidad. La disponibilidad de los recursos naturales depende de las tasas de uso pasadas. Es decir que la explotación de hoy afectará la disponibilidad y rentabilidad del negocio turístico en el futuro.
Anticiparse al daño
Pero, debido a la existencia de incertidumbre científica, aquellas tasas de uso óptimo sustentable pueden resultar difíciles de calcular con precisión. Entonces, otro principio debería ser aplicado en la estrategia de manejo de los parques nacionales, en particular cuando se trate de la posibilidad de la generación de daños ecológicos o ambientales irreversibles: el principio de precaución. Varios Estados ya han adoptado este principio con el fin de sortear el problema de la incertidumbre científica. Esencialmente, este principio formula que, antes que esperar alcanzar la "certidumbre", y actuar en consecuencia, los responsables de tomar decisiones deben actuar anticipándose al daño ambiental para asegurar que éste no ocurra.
A fin de cuentas, se trata de determinar la ecuación económico-ambiental que conlleve al logro de un círculo virtuoso, tanto en la esfera del desarrollo económico y la rentabilidad de los negocios -turísticos, en este caso- como en la de la protección de nuestro ambiente. La industria, los turistas y los recursos naturales están interrelacionados y dependen unos de otros para el logro de un desarrollo sustentable exitoso. El directorio de la Administración de Parques Nacionales deberá cuidar que el tipo de desarrollo turístico que respalde se lleve a cabo en los niveles óptimos, de manera tal de contribuir y alcanzar un desarrollo que sea equilibrado y sustentable. © La Nación





