Un grito desesperado
Hacer una huelga de hambre no es decisión fácil: implica poner la salud al servicio de las convicciones, entregarse a una de las medidas más extremasque puede tomar un ser humano. Dejar de comer es como un grito desesperado para reclamar un derecho, para solidarizarse con una causa, para poner de manifiesto una injusticia. Gandhi fue, tal vez, el hombre que más huelgas de hambre haya hecho: 17 a lo largo de su vida. La última, días antes de su muerte, para fomentar la unión entre hinduistas y musulmanes. Hoy, en medio de la pandemia, esta forma de protesta pacífica reaparece en un escenario tan desgarrador como contradictorio: miembros del sector gastronómico de Portugal deciden privarse del mismo alimento que producen por la falta de apoyo estatal al sector. Anular el cuerpo para volverse, paradójicamente, visibles.